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El rey de la tortilla

Han pasado 30 años desde que Erasmo Ponce llegó a los Estados Unidos. Hoy, con una profunda tristeza, el exitoso empresario mira desde “el otro lado” al país que lo vio nacer
21 de Noviembre 2016
Nación_18-20
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POR PATRICIA MERCADO SÁNCHEZ

No tenía planeado vivir en Nueva York, ni convertirse en el Rey de la Tortilla en Estados Unidos.
Lo único que hace 30 años sabía Erasmo Ponce era que no deseaba trabajar en el campo en Puebla, ni como obrero en Nueva York. Por esa razón él y su familia hicieron un esfuerzo para que estudiara una carrera universitaria.

Se graduó como arquitecto en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y para 1984 ya trabajaba en el despacho Construcciones Poli y constructora Capuchina, de Jorge Musi Ganem. Sin embargo con la crisis económica de ese año todo cambió.

En un principio, Erasmo iba únicamente de vacaciones a Nueva York, donde vivían su madre y la mayoría de sus hermanos. “Mi mamá me pagaba el pasaje y mis hermanos y tíos me daban 50 o 100 dólares para gastar, así que me salía gratis”, comenta con una sonrisa pícara mientras da pequeños sorbos a un vaso con agua.

Su idea era quedarse a vivir en México, pues recién se había casado con una joven de Campeche. Quería abrir un despacho de arquitectos y construir casas de interés social. Sin embargo, cuando la crisis se acentuó tuvo que reconocer que no “era muy rentable vivir en México”.
Más de 30 años después, y luego de convertirse en un exitoso empresario mexicano en Estados Unidos, Erasmo Ponce ve al país que lo vio nacer con una profunda tristeza.

“México está muy mal, sobre todo en esta época. Se ha perdido el control político, se ha perdido en la economía, en la credibilidad en nuestros gobernantes. Es muy triste (…) Hay muchas cosas que nuestro país no merece. Debería haber un cambio”, dice Erasmo Ponce con voz pausada, mientras la tristeza se percibe cuando habla.

“Veo un México muy desgastado, muy inconforme; la desaparición de 43 estudiantes nos marca y duele rotundamente (…) Me siento muy triste por lo que pasa en la política y en México”.

ESPÍRITU EMPRENDEDOR

Cuando Erasmo Ponce llegó a Nueva York, a finales de los 80, trabajó como obrero en una fábrica, y tiempo después un amigo de su pueblo le comentó que un checoslovaco abriría una tortillería y que ahí habría trabajo.

Así llegó Erasmo al negocio de hacer tortillas. En esa fábrica abrió las rutas para la venta en el área de Nueva York y aprendió de la actividad. Muy pronto se dio cuenta que debía crear algo diferente.

“Yo vi a mi mamá trabajar en una fábrica, veía a mis hermanos, a mis tíos. Mano de obra igual que yo, y entonces me dije: no debo ser mano de obra barata aquí, debo tener un negocio pequeño y trabajar para mí mismo”.

Invitó a su amigo, con quien trabajaba en la tortillería del checoslovaco, y en 1992 abrió sus puertas la fábrica de tortillas Chinantla.

“Trabajábamos día y noche sin parar. Por la noche haciendo tortillas y por el día repartiéndolas en las rutas que ya conocíamos”.

Erasmo cuenta no solo la historia de su empresa, sino de la estrategia que le permitió crecer rápidamente: tecnología y ventas.

A los tres años “compramos maquinaria con alta tecnología. Yo visitaba otras fábricas que habían comenzado antes y veía que con tres máquinas podían hacer apenas 8 cajas de tortillas al día y pensaba que yo debía hacer 30 o más”.

Y entonces contrató a una compañía que le construyó una máquina que podía producir más en menos espacio, instaló contadoras de tortillas y sensores de temperatura y enfriamiento que le permitieron tener un producto de mayor calidad.

“Fuimos más eficientes y bajamos costos de producción”.

En 2013, Erasmo tuvo un problema grave en la tortillería. Un trabajador murió mientras limpiaba la máquina que molía la masa, y aunque asegura que en ese tiempo negociaban las compensaciones laborales, la autoridad lo condenó a 90 días de cárcel y a pagar 400 000 dólares; 300 000 para la familia del empleado que murió y el resto para el pago de horas extras de 28 de sus trabajadores.
“Nos metimos en un lío, y luego teníamos gente indocumentada, a esa gente se le pagaba en efectivo. Ese dinero no aparecía, y no querían recibo”.

Y aunque fueron tiempos difíciles para la compañía, Erasmo asegura que cumplió la condena y se siente satisfecho pues ninguno de sus trabajadores declaró en su contra.
“Fue un error tener indocumentados y pagar en efecivo. Hoy no tenemos ninguno. Todos tienen papeles y se paga con cheque”.

De esa experiencia aprendió lo importante que es tener una asesoría legal profesional y cumplir con todas las leyes y reglamentos para operar.
“Hoy aconsejo a mucha gente que quiere poner sus negocios para explicarles cómo hacerle, cuáles procedimientos y tramites debe hacer”.

Ahora, Erasmo tiene más planes para la empresa, y aunque no cuenta detalles, sí comenta que el proyecto concluirá el próximo año, con un crecimiento de 45 % en la producción de tortillas.
Hoy, mediante su participación como presidente de la Mexican-American Small Business Organization (MASBO) ofrece pláticas a muchos mexicanos que quieren abrir negocios. “Les digo cómo hacerle, cuáles procedimientos y trámites deben seguir” a fin de que no tengan problemas.

Para este mexicano residente legal en Estados Unidos y con una profesión, es fundamental que los migrantes se capaciten, se certifiquen en los oficios y trabajos que realicen, para que ganen más dinero.

Ve a los mexicanos en Estados Unidos con un gran futuro porque “siempre están trabajando. Nunca he visto un mexicano pidiendo limosna, los he visto pidiendo trabajo”.
En Estados Unidos, dice, siempre van a tener el dinero para sobrevivir mejor que en México.

PREOCUPADO POR EL RACISMO

A Erasmo Ponce le preocupa la exacerbación del racismo en Estados Unidos, a raíz del triunfo del empresario Donald Trump en las recientes elecciones presidenciales en ese país.
“Es un racismo abierto, el Ku Klux Klan se ha fortalecido, los grupos de supremacía blanca creen que son superiores a nosotros. Con Donald Trump se ha despertado el odio racial (…) Nosotros como líderes hispanos, a través de nuestras organizaciones orientamos y organizamos a nuestros compañeros para que no tengan temor de enfrentar cualquier expresión de racismo”.
Al preguntarle su opinión sobre Donald Trump, Erasmo permanece unos segundos en silencio y responde:

“Es un empresario, nada más; exitoso, que heredó una fortuna. Pero como ser humano es lo peor. Se le puede respetar como empresario, pero no como un líder que pueda gobernar una nación como Estados Unidos. Es una responsabilidad que le queda muy grande. Es un racista”.

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