A principios del siglo XX, los pañales eran una tela, regularmente de algodón, que debía doblarse de tal manera que pudiera envolver al bebé. Pero en 1946, Marion Donovan, una madre estadounidense proveniente de una familia de inventores, inició la búsqueda de un nuevo pañal que le ahorrara tiempo al momento de cambiar a su hija y que no tuviera que lavarse constantemente –reconozcamos que lavar pañales no es ni siquiera cercano a una grata experiencia para nadie.
Así, esta madre de familia de Connecticut inventó un pañal de tela de nylon a partir de un paracaídas. Este nuevo pañal era absorbente, no rozaba al bebé y, en 1949, empezó a venderlos en la tienda Saks de Nueva York con un éxito rotundo.
Esos pañales, que se llamaron Boaters, fueron patentados por Marion en 1951 y, aunque eran un artículo de lujo que solamente unos cuantos podían comprar, la inventora recibió varias ofertas por su patente, las cuales alcanzaban los 2 millones de dólares.
También en los años 40, se desarrolló en Suecia un tipo de pañal desechable a partir de celulosa; sin embargo, la patente de Marion, egresada de la carrera de Literatura Inglesa, trascendió mucho más.
Ella trabajó en las mejoras de su invento; buscaba más materiales que absorbieran eficientemente los desechos del bebé y que, además, no dañaran la piel.
Trabajó en esa búsqueda –sin mucho éxito– con diferentes compañías papeleras, pero sólo a una le interesó su invento a inicios de los 60: Procter&Gamble.
Un ingeniero químico que laboraba ahí, Víctor Mills, compró el invento y trabajó en su mejora con la finalidad de crear en 1961 los pañales Pampers, que fueron los primeros similares a los que conocemos actualmente. Hoy, el mercado de pañales desechables vale unos 4 000 millones de dólares, y Mills es un personaje icónico en esa compañía.
Marion, por su parte, no sólo creó los pañales desechables, sino que a ella también se le atribuyen otros inventos útiles para el hogar, como el hilo dental y las jaboneras que escurren el agua.
Los pañales son eternos
El maravilloso invento que facilitó la vida de muchas familias en los años sesenta hoy es prácticamente un atentado ambiental. Lo cierto es que, en promedio, un bebé necesita entre 6 y 10 pañales desechables diarios. En la Ciudad de México, eso significa unas 300 toneladas de desechos al día.
Lo grave no sólo es la cantidad, sino que un pañal desechable tarda hasta 500 años en degradarse, una eternidad si se compara con una lata de refresco, por ejemplo, que sólo tarda 10 años.
Es decir: hasta el día de hoy, todavía existe aquel primer pañal desechable de la historia y sería relativamente “nuevo”.
Ser jefa en pañales
Las madres de hoy todavía buscan lo mejor para ellas y sus bebés, pero muchas tienen una mayor conciencia ecológica.
Una de ellas es Ixchel Anaya, creadora de la empresa Ecopipo, que vende pañales reutilizables. Todo empezó cuando su hijo no podía usar pañales desechables, por lo que sólo usaba de tela. Ante esto, ella empezó a crear pañales de tela que eran más prácticos para quitar, poner y lavar.
Como otras mamás se interesaban en su invento, aprovechó la oportunidad de negocio y fundó su empresa en 2009. Hoy, Ecopipo es una de las marcas de pañales reutilizables más populares en el país, donde compite con otros productos similares de manufactura nacional y también con los que vienen de países como China.
Sin embargo, además de cuidar el planeta, quienes usan estos pañales cuidan su economía. Los pañales se pueden reutilizar hasta 600 veces, generando un ahorro de unos 25 000 pesos. Además, están elaborados con telas que permiten que la caca del babé se desprenda fácilmente con el fin de que se puedan lavar más rápido. Estas características provocan que su impacto al medio ambiente sea menor.
“Quienes los compran generalmente son padres primerizos, nivel medio a medio alto con cierto conocimiento y conciencia del impacto ambiental”, explica Ixchel, directora general de Ecopipo.
Ella espera que, en el futuro, todos utilicen este tipo de pañales. “Incluso, en algunos países están incentivando su uso y penalizando con un impuesto mayor el uso de pañales desechables”, subraya.
Cuando un posible cliente le pregunta por qué debería usar este tipo de pañales, ella le pide que piense en el futuro de sus hijos y nietos, además de que los pañales desechables se convierten en dinero, literalmente, tirado a la basura.
“También les comento que piensen en la comodidad de sus bebés. Generalmente buscamos productos hipoalergénicos, libres de químicos dañinos y demás, pero no pensamos que los pañales desechables son un producto derivado del petróleo, con químicos dañinos y que, además, provocan incomodidad por el calor que generan”, explica.
Así, asegura, los padres meditan un poco y analizan mejor que vale la pena hacer un poco de esfuerzo extra por la salud y comodidad de sus bebés.
“Sí creo que actualmente es una tendencia y una moda, pero en verdad es una necesidad ambiental”, reconoce esta emprendedora.
¿Y los reutilizables?
En realidad, todavía hay opiniones divididas sobre el regreso a los pañales reutilizables, después de más de medio siglo de desarrollo de los desechables.
“Antes de que naciera mi hija, estaba convencida de que era la mejor opción para no dañar al planeta, pero después de que nació, entre la recuperación de la cesárea y el regreso al trabajo, fue muy complicado usarlos, porque además gastas un buen de agua y productos para que queden cien por ciento limpios como el bebé necesita”, opina Claudia.
Otros han tenido que optar por combinarlos debido a sus actividades: “Mi hija iba a guardería y el problema fue enseñar a las maestras a usarlos. Tampoco eran una buena opción para las noches ni para después de los dos años, pues no siempre aguantan y se escurren. Aun así, en la pañalera siempre traía”, recuerda Fabiola.
Otra madre, Aidé, dice que ella los utilizó con sus gemelas, aunque al inicio tuvo que hacer una inversión grande en estos pañales. “Sin embargo, valió la pena cada centavo invertido. Los usaron desde que tenían un mes. Ninguna rozadura, con el frío eran calientitos y en calor estaban cómodos. Nunca tuve problemas con el lavado. Sólo daba un enjuague rápido y los metía a mi lavadora en modo ‘sanitario’ y salían superlimpios”.
Los hijos de Pamela ya no usan pañales, sin embargo, ella también tuvo una buena experiencia. “Yo los usaba siempre, en la calle, en la casa e incluso algunas veces en la guardería, aunque allá me pedían desechables. Obvio, es algo de lo que tienes que ocuparte, pero a mí no me pesaba”.
Carito, por su parte, tiene sentimientos encontrados: “Yo mezclo reutilizables y desechables cuando estoy libre. Es difícil usar los reutilizables porque sí debes tener tiempo para lavarlos y no son tan cómodos para el bebé. Creo que son una opción si no estás vuelto loco con mil cosas. A mi bebé no le encantan, y no tengo mucho tiempo de lavar, pero se me rompe el corazón cada que veo las bolsas de basura con pañales desechables”.
En el caso de Dany, quien todavía está esperando un bebé, le parece una buena opción, sin embargo, está dispuesta a explorar otras alternativas. “Cuando me hablaron de ellos estaba muy segura de usarlos; pero cuando me explicaron en persona cómo funcionan, dudé bastante por el tema de practicidad, porque la mayoría del tiempo llevaré al bebé a la oficina conmigo, y eso de estar poniendo la cosita esa absorbente y estarla cambiando y luego tener que lavarla casi inmediatamente, pues sí me complica un poco las cosas”, expone.
Y también hay otros casos, como el de Dante, que tiene sus razones para no experimentar: “Tienes que estar dispuesto a lidiar con mucha mierda”, resume.
Jimena tampoco quiere usarlos. “Está chido eso de salvar al planeta, pero sí necesitas mucho tiempo y paciencia para lavar y cambiar. Eso no es algo con lo que cuenten todos los padres”.
Y con el propósito de recurrir a todas las voces, le preguntamos a Carlita, quien tiene 11 meses y usa ambos tipos de pañales.
—¿Cuáles pañales te gustan más?
—¡Gu!
Así las opiniones sobre pañales.
Datos
El primer pañal desechable producido en masa salió al mercado en 1961.
Los primeros pañales desechables que se tiraron a la basura se degradarán en el año 2461, aproximadamente.
El pañal que usa un niño hoy, se degradará en el año 2518, aproximadamente; es como si hoy se degradara algún desecho del año 1518.
¿A qué ayuda usar pañales reutilizables?
Se reduce la cantidad de basura.
Evita la tala de árboles que se utilizarían para elaborar pañales desechables.
Un bebé gasta en pañales desechables hasta 27 000 pesos en su vida, mientras que en pañales lavables sólo gasta 2 400 pesos.
FUENTE: Ecopipo