Son las 19:30 en la Pista Revolución, ubicada en la colonia Merced Gómez, donde un domingo sí y otro no, decenas de familias acuden religiosamente para ver a rudos y técnicos luchar… pero hoy no. Ahora los espectadores son sólo cinco mujeres y dos pequeñas que acompañan a estos hombres, quienes una vez que pisan el ring se convierten en héroes, sin importar la arena en la que se presenten.
En fila, arriba del ring, dan sus primeras maromas inversas. Uno detrás del otro. Nueve hombres comienzan su entrenamiento. Tanto la edad como las complexiones varían. Niños de 15, 17 años, y adultos de más de 40. Delgados, robustos, altos y bajitos, todos ejecutan las mismas acrobacias y azotan. No dejan de azotar. Caen una y otra vez. Suben a la tercera cuerda, caen sobre otro y luego azotan en la lona. Como si tuvieran resortes en los pies, brincan a los hombros de alguno de ellos, y luego con un pequeño movimiento vuelan y nuevamente azotan. La quebradora, la casita, el tirabuzón, la hurracarrana, y luego vienen los castigos para nuevamente azotar en la lona. Al final, es común terminar con dolor de cabeza.
Baby Star Jr tenía 15 años cuando su vida dio un giro. Jugaba futbol en la tercera división con los Xolos de Tijuana, pero un día, ante la falta de entrenamiento, su tío, Cyber Black, lo invitó a una práctica de lucha libre y tras unos cuantos azotones y maromas en la lona cambió todo. La lucha libre se convirtió en su vida y su pasión. Siete años después el sueño continúa: convertirse en una estrella y, porqué no, en una leyenda.
Aunque Baby Star Jr sabe que las luchas de ahora ya no son como antes, y que para estar al nivel debes tener ante todo ganas y disciplina, no se detiene. No faltar a los entrenamientos y estar dispuesto a aprender es la clave. Tres días a la semana acude a la Pista, martes y jueves sale a correr y el miércoles, al terminar su entrenamiento, juega en una liga de futbol junto con más luchadores.
En sus siete años de carrera, ha participado en más de 2 000 peleas, muchas de ellas en las llamadas luchas de mole, aquellas que se realizan en colonias o barrios populares, en ferias de pueblo y hasta en fiestas familiares, y es que son las favoritas de este joven de 23 años.
El público de estas luchas no siempre tiene la solvencia de pagar un boleto para la Arena México o la Arena Coliseo, además muchos de ellos no son tan aficionados y su asombro ante las acrobacias es mayor. El público sale extasiado, aun cuando es una muestra pequeña de lo que implica un gran espectáculo de la lucha libre.
Pero también acuden los grandes fanáticos que aprovechan la falta de seguridad de estos espectáculos para poder acercarse a estos héroes, saludarlos y obtener una foto o autógrafo de sus luchadores locales favoritos.
CONTRA LAS CUERDAS
Crecer dentro de esta industria no es cosa fácil, y es que como ocurre en varios aspectos en México, para ser alguien importante se necesitan “palancas”. Es sencillo conseguirlas en este ambiente, aunque muchos se rehusan porque nadie quiere ser acarreado o recomendado de nadie. Todos quieren llegar por sus propios méritos.
Tal es el caso de Peligro, un luchador de 29 años que tras siete años de estar de lleno en este deporte logró debutar en la televisión, en 2015, en la Liga Elite de TV Azteca. Pero el camino que ha recorrido para llegar ahí no ha sido sencillo.
El inicio de su carrera se dio en la ya extinta Arena Zapata, en la colonia Olivar del Conde, considerada una de las más inseguras de la Ciudad de México. También ahí tuvo su primera lucha en la que apostó la máscara y de la que salió victorioso. Fue a partir de entonces que, tras los elogios y aplausos, se dio cuenta de que lo suyo eran las luchas, pero no se podía quedar en ese ring, tenía que subir aún más.
Sin embargo, un fantasma lo persigue, su padre –su principal inspiración–; él también es luchador. Originalmente tenía el nombre de Comodín y después El Cafre, y con el paso de los años obtuvo una buena reputación. Ahora, cuando Peligro lucha, varios lo relacionan con su padre y le recuerdan lo bueno que fue en sus tiempos.
Aunque esto no detiene a Peligro, quien a lo largo de su carrera ha luchado contra eso, y por el contrario está surcando su propio camino.
Luego de la Arena Zapata, este joven tocó varias puertas hasta que llegó a entrenar al gimnasio Latino –ahora se llama Concreto–. Ahí se encontró con el luchador profesional Fuerza Guerrera, quien se convirtió en su profesor, y poco a poco comenzó a escalar.
Bajo la empresa Leyendas, donde también están Canek y el Fantasma, Peligro se ha presentado en diferentes arenas, la López Mateos, la de Naucalpan, la Arena Neza y claro, en muchos lugares independientes.
Peligro, cuyo nombre viene de su comportamiento, también sueña con convertirse en una leyenda, aunque antes aclara que lo importante no es llegar, sino mantenerte. “Las oportunidades llegan y las tomas, pero debes mantenerte. Hasta ahora no me siento pleno y lo haré el día que en la calle los niños o cualquier persona identifique a Peligro como ahora identifican a El Santo o al Místico”.
EL OTRO OFICIO
Una vez que el espectáculo termina, los héroes del ring bajan y regresan a su vida cotidiana. Un pequeño de tres años espera ansioso a su padre, a quien acaba de ver volar, recibir unos golpes, dar otros más a su contrincante, aplicarle unas llaves y derrotarlo. Es su héroe y quiere seguir sus pasos.
Cuando lo acompaña a los entrenamientos y el sueño no le gana, se sube también al ring. El rostro de Baby Star Jr se ilumina y no puede ocultar la satisfacción que siente al ver a su hijo imitándolo. Ser un ejemplo para el pequeño y pensar que en el futuro podría seguir sus pasos lo mantienen aún firme en esta profesión.
Y es que, hasta ahora, Baby Star Jr no puede ofrecerle una vida plena a su hijo y a su esposa con el salario que obtiene de las luchas. Porque este espectáculo también le cuesta. Sus trajes pueden costar 3 000 o incluso hasta 4 500 pesos, eso sin contar la limpieza del vestuario.
Sin embargo, la lucha no es lo único que le resta parte de sus ingresos. Tiene una familia, estudia… y la lista podría seguir. Para solventar sus gastos cuenta con un segundo trabajo. Todas las mañanas, luego de dejar a su hijo en una guardería, acude a una empresa de limpieza donde es supervisor; a su salida, lo espera la preparación física.
Peligro también tiene otro negocio: el de los taxis, porque asegura que sí se puede vivir de las luchas, “pero únicamente cuando eres famoso y te programan más de siete luchas al mes”; hasta ahora, no ha tenido esta oportunidad.
Y es que además de solventar los gastos, este otro trabajo también es una manera de asegurar el futuro de sus tres hijos y su esposa, “porque nunca se sabe cuándo puedes lesionase en el ring”. En 2010 tuvo una fractura en la rodilla, pero esto no acabó con su carrera. Su juventud y sus ganas de seguir en el ring aceleraron el proceso para sanar y al año siguiente estaba de vuelta.
LAS LUCHAS DE ANTES
Peligro y Baby Star Jr coinciden: la grilla y las envidias que se viven en el medio, los luchadores que son poco profesionales y que ofrecen sus servicios a un costo menor del que deberían, las llamadas “luchas extremas” –peleas callejeras donde lo que menos se hace es una lucha libre– y las lesiones están acabando con esta profesión.
Pero nada desanima a estos dos luchadores, que son invadidos por los nervios cada que tienen una presentación. Una vez que se ponen su vestuario y cobran vida sus personajes, la adrenalina aparece, aunque el miedo también llega porque no saben las sorpresas que les tiene la vida. Sin embargo, algo sí tienen claro: mientras tengan fuerzas y el público les aplauda y los vitoree, ellos seguirán brincando desde la tercera cuerda.