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En México, los consumidores de la industria de los drones no solamente los compran para divertirse, también les interesa utilizarlos en el mundo corporativo.
Manuel Martínez, director de la compañía DJI en América Latina, asegura que el perfil del consumidor mexicano “es muy responsable. Aquí tenemos el fenómeno del prosumer, un consumidor que además de tener la ventaja del ocio y de divertirse también le saca provecho al dron en aplicaciones profesionales”.
“En México el consumidor de diversión está creciendo bastante, el prosumer también, y ahora empieza a surgir el mercado corporativo: el uso de drones para inspecciones industriales y prediales, búsqueda y rescate, televisión y cine, además de la minería, son cinco áreas estratégicas que están creciendo mucho”, dice.
Así mismo, la industria de los vehículos no tripulados es muy prometedora, pues son útiles en una serie de aplicaciones que antes no se pensaba.
En Estados Unidos hay un programa en el cual los drones sirven para que los niños autistas salgan de su mundo y empiecen a acompañar los vuelos, y que ahí ocurra la socialización.