POR MIRIAM CANALES
“¡Pártele su madre!”, “¡Métele sus putazos!”. Gritos, rechiflas y groserías. La ciudad continúa invadida de tensión tras el sismo del 7 de septiembre. El ring de la Arena México funge como catarsis de una noche intensa mientras que diversos gladiadores se encargan de disiparla: Marco Corleone, Último Guerrero, Dragón Lee y las reminiscencias fulgurantes del Místico.
Septiembre: un mes para recordar en la capital la cruenta estampa de 1985 y el paso de severos fenómenos naturales. La triada Katia, Irma y José atrincheraron con sus vientos a México y Estados Unidos, y un reciente temblor ensombreció el sureste mexicano. Los ánimos no podían ser más acalorados, pero la Arena México está acostumbrada a albergar otros “fenómenos” cada viernes. Esos sacuden a la asistencia: hombres, mujeres, niños, parejas con bebés en brazos y jóvenes extranjeros ávidos de conocer este perfil de la mexicanidad que no sólo se demuestra mediante mariachis, tequila y comida picante.
Entre coloridas máscaras y capas brillantes que caen sobre la arena, los asistentes extranjeros se deleitan con este acto, entre el espectáculo y lo circense, lo cómico y lo veraz. Como una pareja de chicos rubios bien parecidos sentados en la zona de gradas con cerveza en mano, cero bostezos y celulares a la expectativa. ¿Qué tiene la lucha libre mexicana, que atrae tanto a foráneos y de lo cual adolece la norteamericana con su pompa? Entre la extravagancia, disfraces, colores, películas, delirio y hasta comicidad hay un largo trecho entre una y otra.
Septiembre: fecha idónea para profesar el amor a la patria de donde ha emanado otro ídolo popular: Rodolfo Guzmán Huerta El Santo, a un centenario de su nacimiento durante esas mismas semanas, quien también se debatió en ese cuadrilátero desde la década de los cincuenta en peleas que hoy son leyenda. Su nombre se encuentra en letras de oro casi al nivel de José María Morelos o Miguel Hidalgo, auque con menor solemnidad. Como aniversario extra, la Arena México celebra sus 84 años de vida en el marco del Día de la Independencia.
Pero actualmente, otros nombres resaltan ya como los nuevos héroes de la nación; por ejemplo, los gladiadores que desfilaron durante la “sensacional batalla estelar de ídolos”: Místico, Último Guerrero, Dragón Lee y hasta Mark Jindrak alias Marco Corleone, que aunque no es de nacionalidad mexicana, ha picado piedra en el medio y logrado aceptación aun en estos tiempos de xenofobia. Tan es así que este estadounidense avecindado en México se ha vendido como sex symbol de telenovelas de Televisa, como La doble vida de Estela Carrillo y Porque el amor manda; contoneando su pelvis enfundada en tanga roja a lo Elvis Presley, enloquece a la audiencia femenina con su musculatura. Una de las víctimas de sus encantos es Edith, quien nunca había presenciado una lucha en vivo y se decía dispuesta a besar y apapachar a este espécimen masculino de casi dos metros de altura. A diferencia de antaño, la lucha libre ya no es un deporte exclusivo para la testosterona. La investigadora alemana Janina Möbius, estudiosa de este deporte, lo definió así en una entrevista con Proceso: “Ahí está permitido admirar declaradamente al hombre como objeto sexual. Dicen las mujeres que son más guapos que sus pinches esposos panzones”.
Sin embargo, dentro de la “tercera lucha de tercias” otros personajes pintorescos pisarían el ring, como la peculiar presencia de Sam Adonis, otro joven estadounidense, uno de los “rudos” más odiados en la actualidad por ondear una bandera como parte de su show con la cara plasmada del máximo enemigo: Donald Trump. Abucheos, rechiflas, mentadas de madre y gritos de “¡eeeeehhh, putooo!” lo invaden mientras se pasea por las primeras filas con enjundia y provocación. Dentro de su historial ya cuenta con rapar a Blue Panther y ambiciona más cabelleras y máscaras, como la de Carístico y la del mismo Místico con quien no coincidió durante ese encuentro. Según algunos medios deportivos especializados, define el odio del público como “su alimento”, y lo perfilan como “el futuro de la lucha libre mexicana”. Otros lo consideran una simple caricatura del “gringo loco”. “¡Ve y chinga tu madre!”, suena entre las gradas enardecidas.
El cartel anuncia a la otrora estrella: Místico, al ritmo de Me Muero, canción del grupo español La Quinta Estación, en cuyo video actuó. Durante la década pasada se le conoció como la mayor figura de la lucha libre. “Su máscara en color plata como la de El Santo, lucía el bordado de una hostia consagrada como se le representa en la misa católica: el mismísimo cuerpo de Cristo luchando”, según el politólogo Héctor Villarreal. Aunque el original “Príncipe de plata y oro” anunció en 2011 su salida del Consejo Mundial de la Lucha Libre (CMLL) con el propósito de emigrar a la World Wrestling Entertainment (WWE) debido a “malos manejos a su carrera”, todavía levanta euforia en quienes siguen su nombre, o su recuerdo… pero su energía y sus “llaves” ya no son las del pasado. Durante ese match no resulta victorioso y el réferi otorga la victoria a Último Guerrero, cuyo físico dista de la galanura de Marco Corleone, quien se ha establecido en la Comarca Lagunera, como quien escribe estas líneas.
Heather Levi, otra investigadora estadounidense interesada en el tema y autora de The world of lucha libre, refirió que la década de los noventa fue una etapa de consolidación moderna para este espectáculo. Ejemplos claros son la caricatura Mucha lucha, la historieta de El Santos y las constantes películas de ídolos olvidados como Octagón. Durante esta segunda etapa del 2000, la lucha libre continúa embelesando tanto a veteranos como millennials, ricos, pobres, clasemedieros y todo tipo de niveles socioeconómicos que se han inventado en años recientes.
Hoy, tanto El Santo como Blue Demon poseen marcas lucrativas en tiendas de prestigio y son imagen de memes que los mantienen vigentes. ¿Qué otros noveles y constantes peleadores seguirán marcando pauta a futuro?