Revista Cambio

Mis mamás son lesbianas, ¿y?

POR ROGER VELA

Dos jóvenes, hombre y mujer, de unos veintitantos años, van sentados en la parte de atrás de un microbús que va de Taxqueña a Ciudad Universitaria. Es un martes por la tarde y el sol apenas comienza a caer. La unidad de transporte público tiene algunos asientos disponibles, por lo que la charla entre ambos muchachos se escucha claramente aunque no hablen fuerte. Una parte de su plática llama mi atención:

—Es que, o sea, yo sí los respeto pero pues es que ya quieren todo, ¿no?

—Pues no sé, yo estoy a favor de que los gays se casen igual que tú, pero lo que no sé qué onda es con eso de que adopten niños. ¿Estará bien?

—Es que ve, seguramente eso les puede causar un daño a los chavitos, ¿no?

—Tal vez, la verdad yo no me imagino que en la primaria donde fui hubiera un niño con dos papás, seguro le hubieran hecho un buen de bullying.

—Sí, total. La bronca no es tanto que adopten niños, sino que seguramente el chavito va a crecer medio traumado con la burla que le van a hacer y eso sí le va a afectar un bastante.

Al llegar a la base, los jóvenes tomaron sus mochilas y entraron a la Ciudad Universitaria para asistir a sus clases. Escuché esa la plática hace dos meses.

GALA

La semana pasada conocí a Gala, una niña de 13 años que tiene dos mamás. Me sorprendió saber que cuando algún niño o niña le dice, a manera de burla, que sus mamás son lesbianas, ella responde orgullosa y sonriente: “Sí, ¿y?”. Hace años eso hubiera sido devastador para cualquiera de su edad. Hoy las cosas son distintas. ¿Por qué? Esta es su historia.

Gala es hija de Ema y Janice, dos mujeres artistas dedicadas a la promoción y difusión de la cultura. Se conocieron por ahí del año 2000 cuando Ema realizó un performance en el que caminó del metro Zapata a la explanada de la rectoría de la UNAM, vistiendo sólo un bikini sobre su cuerpo pintado de rojo y negro, mientras invitaba a la gente a pintar sobre ella palabras con el objetivo de rechazar la presencia de la policía en el campus. Eso llamó la atención de Janice. Tiempo después comenzaron a salir y tuvieron una relación intermitente durante algún tiempo.

En 2004 Ema se embarazó tras haber tenido una relación con un hombre, el padre biológico de Gala, pero al saberlo decidió, junto con Janice, iniciar una familia sólo las tres: Ema, Janice y la bebé que venia en camino. Desde el inicio Janice supo que a partir de ese momento su vida sería distinta porque comenzaría a formar un proyecto de vida con la mujer que amaba.

Sin embargo, la primera barrera por vencer fue la desinformación familiar. Aunque sus respectivas familias aceptaban su relación, no estaban seguras sobre si la crianza de la niña sería la adecuada con dos madres. Ema y Janice comenzaron a leer sobre el tema y a fundamentar legalmente su derecho a ser mamás. Encontraron que siempre han existido familias diversas, y que en algunos países estaban cambiando las leyes para que gays y lesbianas pudieran acceder a los mismos derechos.

“Nuestros familiares entendieron que las niñas y niños que son criados por dos madres o dos padres no tienen ninguna afectación en su desarrollo psicológico o social, y que el único tema que les podría afectar era el contexto de discriminación, pero más allá de eso eran niños sanos, plenos y felices, muchas veces rodeados de más amor y cuidados, que crecían con un mayor entendimiento de las diversidades: social, cultural, religiosa”, cuenta Ema.

Desde un principio decidieron vivir de manera abierta, sin ocultar o esconder su amor. Debían mostrarle a su hija que no había nada de malo en tener dos mamás y que no tenía nada de qué avergonzarse. Por ello, ambas se asumieron como madres en circunstancias iguales, no es que una por ser madre biológica fuera más mamá que la otra. En ese contexto creció Gala, cuyo nombre está inspirado en la novela de Miguel de Cervantes Saavedra La Galatea y en un personaje de la mitología griega.

EDUCACIÓN EN LIBERTAD

—¿Cómo la educaron desde la diversidad?

—Comenzamos a explicarle que el mundo es diverso en todos los sentidos y por eso es rico y nutrido. Cuando le compramos juguetes no eran exclusivos de niña, sino aquellos que ella quisiera o que le pudieran servir en su formación. Con su ropa lo mismo, compramos la que la haga sentir cómoda. También le enseñemos que a pesar de haber diferentes puntos de vista, se debe ser tolerantes para respetarlos aunque sean distintos a los nuestros.

Janice cuenta que al inscribir a Gala al kínder privado donde estudió, tacharon el recuadro del documento de inscripción donde se pedía el nombre del padre y explicaron a las autoridades que la niña tenía dos mamás; en la escuela lo entendieron y no hubo mayor problema, pero eso les demostró que los documentos en este país no van acordes con los tiempos que vivimos.

Desde un inicio sus compañeros vieron sin ningún problema que la niña tuviera dos madres. A veces Ema iba a contarles cuentos, a veces Janice. Se turnaban cada semana, y los niños las escuchaban sin ningún prejuicio. Los padres y las madres de familia también las aceptaron. Gala tenía entonces cuatro años.

Nunca han tenido un problema considerable. Su estrategia: no esconderse y decir abiertamente que son lesbianas –así, con todas su letras–, y que aman a su hija. Con ello se han ganado el respeto de su familia, de sus vecinos, de otros padres y madres y de su entorno social, en una colonia de clase media de la Ciudad de México.

A pesar de que Gala ha asistido a distintas escuelas con el propósito de tomar diferentes cursos y talleres, la mayor parte de su educación ha sido en casa, pero no por el temor de sus madres a que su hija sufriera bullying, sino porque consideraron que así tendría una mejor crianza y una formación integral en su vida. No obstante, justo ahora la niña se encuentra realizando sus trámites a fin de obtener su certificado de primaria para cumplir los requisitos que marca la ley. Hará lo mismo con el de la secundaria, pues están conscientes de que cuando la niña quiera continuar sus estudios en alguna universidad necesitará la documentación oficial, misma que en México se obtiene presentando exámenes ante el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA).

La educación en casa les sigue pareciendo hasta ahora la mejor opción porque ha favorecido el acercamiento con sus madres. Según la temporada y el trabajo, una se va a trabajar y la otra se queda estudiando con la niña o al revés; siempre buscan que esté al corriente con los contenidos escolares de acuerdo con su edad.

Y es que, si bien muchos crecimos con la regla no cuestionada de que la escuela debe ser lo más importante para un niño o niña, lo cierto es que ni siquiera en la constitución mexicana se especifica que con el objetivo de recibir la educación obligatoria y gratuita a la que tiene derecho un niño o una niña tenga forzosamente que acudir a un centro escolar.

A Gala, desde pequeña le inculcaron el gusto por el arte. Le montaban exposiciones de pintura en la sala. A veces un mes era dedicado a Picasso; otro, a Dalí. Todos los cuadros se colocaban a la altura de la niña con la finalidad de que no tuviera que ver permanentemente hacia arriba y sintiera el arte más cerca de ella.

Uno de los cuestionamientos más comunes cuando los padres y/o madres optan por la educación en casa para sus hijos e hijas es la sociabilidad. Sin embargo, Gala siempre ha convivido con personas de su edad en espacios distintos a la escuela, como bibliotecas infantiles o cursos y talleres relacionados con actividades que le gustan, como la danza aérea y la gimnasia.

Incluso Ema y Janice formaron un grupo de familias homoparentales y monoparentales con el propósito de convivir y platicar sus experiencias, mientras los menores se dedicaban a jugar. Todo eso ayudó a Gala a relacionarse con otros niños y niñas e incluso, a desarrollar un liderazgo.

Otra parte importante en la formación educativa de la niña es la responsabilidad ambiental. Desde que Gala era pequeña le enseñaron a cuidar la naturaleza. Plantaron un huerto en su casa y se dedicaban a cosechar vegetales y a hacer pan. También aprendió sobre plantas medicinales e hizo pomadas y pinturas con la flora que había a su alrededor.

“Todo los temas que le enseñamos son, en la práctica, con lo cotidiano. El respeto por el ecosistema siempre ha sido fundamental. Para fomentar el cuidado a los animales, la llevamos a alguna granja o al zoológico y complementamos la visita con una plática o un documental. Aunque ha sido difícil, creemos que ha sido lo mejor para acompañarla en cada etapa de su formación”, dice su mamá Ema.

Cuando la llevaban al parque, Gala siempre escogía subirse al pasamanos, era su juego favorito. Fue así como empezó a desarrollar su gusto por la gimnasia. Después la combinó con la danza aérea; ahora entrena seis días a la semana durante dos horas diarias las rutinas de ambas disciplinas. “A ella le gustó y pues nosotros la apoyamos”.

—¿Cómo escogen los temas que le van a enseñar?

—Pues primero los temas que serán básicos en su educación. Le fomentamos bastante el gusto por la lectura, pero también las matemáticas, todo relacionado con sus quehaceres diarios.

Para comprender mejor las operaciones numéricas, Gala comenzó a hornear pastelillos. Mientras los preparaba comprendía mejor las fracciones y los números decimales. Necesitaba ponerle un cuarto de harina, más tres huevos, media cucharada de azúcar, tres cuartos de mantequilla, y así hasta formar su obra culinaria.

ESPÍRITU EMPRENDEDOR

La cocina le apasionó tanto que diario hacía pasteles. Con el objetivo de solucionar el problema de sobreoferta de cupcakes en la casa, decidió venderlos y crear una miniempresa. Primero la imagen corporativa. Luego el eslogan: Gala Sorpresas Cup Cakes: Hechos con amor. Creó también su tarjeta de presentación y ofreció una membresía de cliente frecuente.

También encuestó a sus posibles compradores a fin de conocer qué sabores preferían. Y una vez más las matemáticas: ¿cuánto invertir en la producción?, ¿a qué precio venderlos?, ¿cómo hacer crecer el negocio? Comenzó a vender su producto en el Museo de Arte Moderno con un objetivo: ahorrar para visitar Praga, la ciudad que conoció mediante las fotos que su mamá Ema tomó durante una visita a Europa.

Además de talleres y exposiciones con la finalidad de complementar su formación, también es común que asista a cursos de verano o a clases para aprender idiomas, como el chino, y así tenga más acercamientos a otras culturas.

Gala es una niña con sueños y ambiciones que desde pequeña aprendió a desarticular el bullying mostrándose orgullosa por tener dos madres. Fue educada dentro de un ambiente de tolerancia y ha aprendido a enfrentarse al mundo de manera natural con información y valores incluyentes. Es una muestra de la apertura con la que se están formando las nuevas generaciones.

Pareciera que la niña ha tenido suerte por crecer en un ambiente que no ha sido hostil, pero no es suerte, es que la sociedad está cambiando, y si bien falta mucho por avanzar, ahora se acepta más la diversidad que enriquece al mundo. Y aunque aún hay quienes intenten burlarse de otros por la preferencia sexual de sus padres o madres, lo cierto es que hay cada vez más niños y niñas que, como Gala, responden: “Sí, ¿y qué?”.