POR SEBASTIÁN SERRANO
Después de lo visto y escuchado en el último debate, en donde el agua –un tema de prioridad nacional– a duras penas fue comentado, decidí consultar a expertas en la materia para conocer su percepción de cómo se está abordando en las campañas.
La opinión de María González, quien lleva a cabo la campaña #Aguasconloscandidatos fue tajante: “Decepcionante el abordaje en el segmento de la sustentabilidad, no hay ideas. Además en teoría debería haber tocado la problemática del agua, pero tan sólo se mencionó dos veces: una Anaya, para decir que va a ayudar a la gente a salir adelante teniendo acceso a agua potable, porque no tienen. Y casi al final El Bronco para decir que va a promover el tratamiento de aguas para conservar el mundo y el país. Esto demuestra claramente la importancia que se le está dando en México, es mínima y muy superficial para algo tan fundamental a nivel social, ambiental y productivo”.
De acuerdo con Claudia Campero, colaboradora de Food and Water Watch, más allá de los discursos electorales, no hay grandes diferencias entre las acciones que toman los partidos en materia de agua. “Se prioriza una visión de ingeniería, grandes obras para manejar grandes volúmenes de agua y de dinero. Además se tiene una visión mercantilista del agua, vender y concesionar a grandes usuarios, en donde se tiene muy poco en cuenta un desarrollo enfocado en el Derecho Humano al Agua”.
Claudia Romero, investigadora experta en Derechos Humanos y Agua, afirma que a nivel federal se ha evitado el tema y se ha mantenido en un perfil muy bajo, al desaparecer prácticamente de los discursos, porque implica varios temas incómodos: privatización, concesiones, despojos, conflictos por el agua y su suministro. Mientras que a nivel local ha sido una de las primeras monedas de cambio para el voto, y se han presentado propuestas prácticas y tangibles, centradas en lo cotidiano: el abastecimiento, la construcción de infraestructura local, e incluso hablan de aplicar tecnologías de captación de lluvia. Pero también evitan tocar los temas delicados, como la regulación del desarrollo urbano, y no hay ningún punto de sostenibilidad hídrica. No van a la raíz de los problemas reales.
MODELO COLAPSADO
De acuerdo con María González está claro que el modelo actual de gestión del agua en el país es obsoleto y nos está llevando a un colapso ecológico y social. Así que el nuevo gobierno, gane quien gane, tendrá que abordarlo de una forma distinta. Para ella, las principales causas del problema son las siguientes:
1. Un modelo centralizado en Conagua.
2. Crecimiento urbano descontrolado.
3. Corrupción.
EL AGUA Y TU VOTO
Según Claudia Campero, el agua es inminentemente política, lo que no debe ser es clientelar. “No debe utilizarse como elemento de coerción para compra de votos, como está sucediendo en la actualidad. Pero sí es un tema político porque es un recurso vital para las personas, así que es fundamental participar en la toma de decisiones al respecto y se debe discutir dentro de un ámbito en el que se comprenda el poder que tienen los actores que la manejan. Tenemos que ser y formar una ciudadanía consciente de esta discusión y que se involucre. El manejo del agua no se puede reducir a algo simplemente técnico que van a resolver los ingenieros”. Por eso ella considera que es fundamental colocar en la agenda la necesidad de que los ciudadanos tengamos mayores y mejores herramientas con qué participar en la discusión, denunciar violaciones y exigir cambios materializados.
Para María González, cuando hablamos del agua hablamos de la vida. “¿Cómo votamos? Nos tiene que importar el enfoque y abordaje que le están dando. Si no ha sido tomada en cuenta, nuestro deber como ciudadanos es exigir que no esté ausente, exigir que el agua se aborde e incorpore en las campañas y proyectos de gobierno”. Agrega que debemos permanecer vigilantes con el fin de que quien llegue a gobernar coja el tema con responsabilidad, con una visión integral que responda a los tiempos actuales en donde se debe tener en cuenta factores como el cambio climático, y se priorice la sustentabilidad y el medio ambiente.
Al revisar a fondo las propuestas, Claudia Romero encontró que en temas ambientales son muy vagas y hablan con muy pocas bases. “Además dejan afuera los elementos fundamentales que rodean al agua, como la distribución tan desigual del suministro; mientras que unos pocos derrochan otros tienen que subsistir en la escasez. Por otra parte, que no se vea únicamente como un insumo económico, sino como un recurso que está dentro de un ciclo vital. También es fundamental que incluya el tema de género, por lo general las mujeres son las más afectadas por el agua, porque son las responsables del recurso dentro de las familias”.
María González habla desde su experiencia con la campaña #Aguasconloscandidatos con la cual han logrado que las organizaciones sociales generen un verdadero trabajo de diálogo con los candidatos de Jalisco para incidir en la política del agua. “La participación de la gente está creciendo y están defendiendo su agua más allá del gobierno. Estamos exigiendo un modelo de gestión diferente, esto no va a cambiar, llegue quien llegue, va a tener que atender este escenario político. Estamos poniendo en riesgo la supervivencia humana y de la vida. Este es momento de empezar a generar el cambio”.
¡Ponte buzo!
En esto te debes fijar antes de votar si tu preocupación es el agua:
1. Que haya un diagnóstico: qué tanto las propuestas hablan con fundamentos, qué tanto conocen sobre las problemáticas, o sólo responden a lo llamativo, a lo paliativo.
2. Un compromiso explícito sobre lo que han dicho o presentado. Quién habla del tema con mayor profundidad. Semáforo de declaraciones verbales y propuestas escritas. Quién está poniendo el tema en la mesa.
3. Visión con perspectiva de derechos humanos que tenga en cuenta la gobernanza, participación, sostenibilidad.
4. Coherencia, congruencia. Cuál es la experiencia, qué sucedió antes, cómo se han comportado los partidos políticos en referencia a este tema antes, qué tanto aprobaron o apoyaron las reformas energéticas de biodiversidad. Coherencia entre las promesas de campaña y las acciones realizadas.