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No basta con llorar

En la medicina popular, el duelo es a menudo equiparado con la idea de superar una pérdida –escribe Darian Leader en La moda negra. Duelo, melancolía y depresión–. Pero ¿alguna vez superamos nuestras pérdidas
30 de Octubre 2017
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POR JAVIER PÉREZ

Llegó al hospital con un dolor estomacal agudo. Tenía diarrea, y punzadas intermitentes lo dobalaban. Se desmayó en la sala de espera. Cuando despertó ya estaba canalizado. Había suero y antibiótico conectados a sus venas. Al día siguiente, después de varios exámenes médicos, el doctor habló con el familiar de Roberto. Le preguntó si había experimentado alguna situación límite. Los resultados de los análisis de laboratorio no indicaban infección ni alguna enfermedad. No había otra explicación que no fuera una cuestión psicosomática, tal vez derivada de algún evento que le carcomía el ánimo.

Roberto es el menor de cuatro hermanos. Acaba de cumplir 43 años, lleva dos matrimonios, tiene una hija adolescente y un empleo que lo mantiene de viaje durante temporadas largas. Pero ninguno de esos factores lo afectaba. O no tanto como la muerte de su madre, ocurrida apenas poco más de un mes antes del episodio que lo mantuvo una semana hospitalizado. El familiar le contó al doctor que a partir de ese hecho había notado cierto decaimiento en Roberto.

No había podido superar el duelo de esa pérdida y, por el contrario, se sumía en un estado de tristeza que, le dijeron a sus familiares, era depresión. El diagnóstico era impreciso, igual que la medicación que le siguió.

Como Roberto parecía empeorar, consultaron a una psicóloga que a su vez los refirió con una psiquiatra. La terapeuta les dijo que tenían que encontrar la causa, y comenzó con él sesiones de psicoterapia. Le habló a Roberto de melancolía. Su duelo, que es mucho más que una muerte biológica real, pues se trata de dejar a alguien descansar simbólicamente, se había vuelto patológico y se convertía en melancolía. Roberto no entendía.

El escritor Guillermo Arriaga explica de forma poética esta horrenda caída en los abismos; para ello toma como referencia a los griegos. En su novela El salvaje (Alfaguara), escribe: “Hoy se usa el término melankholía para expresar un hondo estado de tristeza. Es la bilis negra que nubla nuestro ánimo, la oscuridad líquida que corre por dentro de los cuerpos. La noche oculta”.

“En la medicina popular, el duelo es a menudo equiparado con la idea de superar una pérdida –escribe Darian Leader en La moda negra. Duelo, melancolía y depresión–. Pero ¿alguna vez superamos nuestras pérdidas? ¿No es más bien que las hacemos parte de nuestras vidas en diferentes formas, pero nunca sin dolor? Una perspectiva más detallada del duelo exploraría sus mecanismos y vicisitudes. Respecto a la melancolía, por lo general esta es considerada una categoría anticuada, un tema de curiosidad histórica o un término poético para un humor de tristeza ensimismada… pero es mucho más que eso, y puede ayudar a entender algunos de los casos más serios de depresión en los cuales una persona esté convencida de que su vida no vale nada y es imposible vivir”.

En la Clasificación estadística internacional de enfermedades y problemas de la salud, se dedica un apartado a los “Trastornos del humor [afectivos]”. Se dice que la perturbación fundamental de estos “consiste en una alteración del humor o de la afectividad, que tiende a la depresión (con o sin ansiedad concomitante), o a la euforia”. Sin embargo, en dicha clasificación no se considera la melancolía más que en la descripción del trastorno depresivo recurrente, una de las subclasificaciones de la depresión. Se señala que sus formas más graves “tienen mucho en común con conceptos más primarios, como los de depresión maníaco-depresiva, melancolía, depresión vital y depresión endógena”.

Conceptos primarios a los que los griegos ya habían puesto mucha atención. En su artículo “Depresión melancólica: aspectos históricos, nosológicos y conceptuales”, los psiquiatras españoles Francisco Javier Domínguez Belloso, María Jesús Manchón Asenjo y Antonio Soto Loza señalan “que la marginación progresiva de la melancolía en los actuales sistemas diagnósticos ha supuesto un grave atraso que impedirá conseguir una adecuada nosología de los trastornos del humor, debido a que el concepto de depresión mayor es inconsistente. A pesar de la marginación de la melancolía en las clasificaciones actuales está creciendo el interés por ella al tratarse del representante más genuino, nuclear y definido de los trastornos depresivos”. De hecho, lo consideran un eje de los trastornos depresivos.

 

¿EMPASTILLARSE SIRVE?

Lo primero que Roberto tuvo que tomar fue un antidepresivo. Lejos de sentirse mejor, comenzó a hundirse en su tristeza. Una tristeza que se sentía hasta en su mirada, dice Martha, su esposa. Le viene a la mente esa imagen del cascarón de huevo que va a ser rellenado con confeti o harina. Sin embargo, si algo tenía el de Roberto no era ni la harina ni el confeti asociados con la alegría y la pachanga, sino –sigamos con las metáforas– la bilis negra mencionada arriba. Hubo un momento en que ella temió que intentara suicidarse. Aunque se mantenía pasivo, como desganado, había cierto aire agresivo hacia sí mismo. Todo le cansaba y fastidiaba. Era como si estuviera sin estar. Martha dice que la psiquiatra le habló de un término que ella anotó en una libreta a fin de no olvidarlo: vivir con los muertos. Era como si Roberto estuviera aferrado a la idea de que su madre todavía le prepararía su guisado favorito cuando fuera a visitarla al llegar de un viaje largo. Pero su madre ya no estaría ahí.

Cuando llegó a la psicoterapia, y le retiraron el antidepresivo y se lo cambiaron por otro fármaco menos agresivo, el ánimo de Roberto mejoró poco a poco. Y es que no todas las depresiones se tratan de la misma forma. La terapeuta le pidió escribir un diario y hacer un relato de sus recuerdos de infancia al lado de su madre. Su hija le sugirió que hicieran juntos un álbum de fotos de su abuela. Roberto confrontó su vacío y ahora se siente mucho mejor.

El psicoanalista Darian Leader, miembro fundador del Centre for Freudian Analysis en Londres, sostiene que el aumento en el diagnóstico de la depresión se debe más que nada a que se está considerando como un problema biológico que requiere soluciones médicas. “En otras palabras, la exploración de la interioridad humana está siendo reemplazada con una idea fija de higiene mental. El problema debe ser eliminado más que comprendido”.

En su ensayo La moda negra, señala que “vacío, de cualquier forma, nunca puede ser dado por sentado. Tal vez el trabajo de duelo necesita crear un espacio en sí. Hacer esto significa crear un marco para la ausencia”. .

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