Revista Cambio

Pedazos de PRD

Nueva Izquierda, la corriente dominante en el PRD, está a un paso de convertirse en la mano encargada de atomizar al perredismo. La dirigencia de Jesús Zambrano se ha encargado de provocar, a cuenta gotas, la salida de militantes y algunos liderazgos.

Ahora, la salida emberrinchada de Luis Espinosa Cházaro del PRD es un síntoma del futuro del partido del sol azteca después del 2 de junio. El instituto político llegará desvalido a sus 35 años de existencia y sin conocer un triunfo presidencial propio. En dos palabras: se desmorona. Ya son varios militantes, convertidos en recientes meses, en víctimas del zambranismo. La dirigencia de Jesús Zambrano se volvió hostil, autoritaria y pendenciera.

La tragedia del PRD está a la vista. Sin liderazgos, ni corrientes internas para equilibrar la dirigencia, ni caudillo que seguir, el partido negroamarella está a un paso del suicidio político. Con un sentimiento de traición, Espinosa Cházaro advierte: Apoyé a Zambrano, fuimos amigos, aprendí de él, pero hoy no voy a convalidar decisiones tan equívocas que le pueden costar la vida al PRD”.

A la salida del ahora excoordinador parlamentario suma a una cadena de renuncia y salidas como la de Sandra Cuevas, Víctor Hugo Lobo y Jorge Gaviño, el año pasado; Julio César Moreno, en 2021, y Alejandra Barrales y Juan Zepeda, en el 2019, y de las recientes críticas que han manifestado Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles por la distribución de las candidaturas.

Zambrano está dispuesto a jugar solo en los menos de 116. Apuesta al arrastre de Xóchitl Gálvez y desdeña a la poca militancia existente. Su lugar en el Senado lo aseguró y hasta el momento, se encuentra blindado y, en buena medida, se debe a que se convirtió unipersonal.

ambrano tomó decisiones sin estridencias y sólo en provecho de su minúsculo grupo. Esta elección considerada histórica en el país es, a decir de las voces críticas perredistas, es la última batalla en la arena electoral.

Los perredistas disidentes al cacicazgo ejercido desde la dirigencia temen que ocurra una participación intrascendente del perredismo como ocurrió en los comicios de Coahuila y Estado de México. Sin embargo, las recientes decisiones y movimiento al interior del partido lo perfilan a ese escenario de nula trascendencia política.

La disidencia perredista se encuentra en un momento de definición ante la posibilidad de que solo la dirigencia y unos cuantos más alcancen lugares. Hasta no encontrar acomodo en otro partido. Los demás se alistan a ver la caída del perredismo y la última batalla en la que el partido, ya se encontró en un papel de mero acompañante en una alianza en la que perdió presencia.

Si Espinosa Cházaro sufrió el revés y la traición, los demás militantes se enfrentan a un dirigente en el que ya no respeta la vida del partido de la lucha democrática. Es la supervivencia del grupo de Zambrano a cualquier precio.

El PRD se convirtió en un membrete sin ideología ni defensor de las causas sociales. Eso ya es historia y parte de la mística con la que nació. Y nadie está dispuesto a rescatar lo que fue el partido de izquierda de avanzada. Ni las glorias pasadas reivindican su presente. El partido está secuestrado y los militantes despreciados.