POR IRMA GALLO
¿Por qué, cuando llueve, amplias regiones de Monterrey, Guadalajara, Querétaro o la Ciudad de México se inundan, y hay mucha gente que no tiene agua para cubrir sus necesidades básicas? Alberto Santos Burgoa, un ingeniero que había trabajado durante muchos años en tuberías de PVC, se hizo esta pregunta y encontró que, entre otras razones, esto se debe a que estas ciudades y muchas más en el país no tienen drenaje pluvial. Es decir, la lluvia se derrama directamente encima de las calles –muchas de ellas pavimentadas–, sin posibilidad de que se absorba, lo que provoca inundaciones. Paradójicamente, en la Ciudad de México, por ejemplo, hay más de un millón de personas que no tienen acceso al agua potable todos los días.
Alberto se dio cuenta de que el esquema actual de tratamiento de aguas pluviales no está funcionando, como él mismo explica: “Tiran el agua de lluvia, la mezclan con agua del drenaje –lo cual la echa a perder– y después le meten tratamientos de aguas residuales muy caros”.
Esto trae otra consecuencia por lo demás grave: el agotamiento del manto acuífero y el hundimiento de la Ciudad de México, por la extracción de agua desde pozos profundos.
Y aunque al dejar su antiguo empleo Alberto dijo que ya no se iba a dedicar a las tuberías, al ser consciente de esta situación decidió hacer algo al respecto: encontrar una tecnología con qué captar y tratar el agua de la lluvia. Y este fue el germen de Soluciones Hidropluviales, la compañía que fundó junto con su hija, Hania Santos Burgoa Mendoza, y un pequeño grupo de siete emprendedores entusiasmados por ofrecer soluciones a un problema tan grave como este, pues según el mismo Alberto, se calcula que para 2025 se habrá agotado el manto acuífero del que se abastece la Ciudad de México.
Con el propósito de tener un impacto mayor, Soluciones Hidropluviales no trabaja en casas o edificios habitacionales, sino en espacios más grandes, como centros comerciales, fábricas, edificios de oficinas.
Concretamente, el trabajo que realizan se puede resumir así:
Hacen un diagnóstico del sitio y de la infraestructura pluvial existente, seguido de un análisis hidrológico (cuánto y qué tan seguido llueve); posteriormente, calculan el volumen de agua de lluvia que se puede remplazar, el ahorro económico y el tiempo en el que los clientes podrían recuperar su inversión. Finalmente, seleccionan el tren de tratamiento (la tecnología a emplear: qué tipo de filtros, qué tamaño de contenedores, etcétera) según la calidad del agua que necesite el cliente. No es lo mismo el agua para riego y WC, por ejemplo, que el agua para beber, cocinar, lavarse las manos o lavar trastes.
Sin embargo, el camino no ha sido fácil para este grupo de emprendedores. Hania cuenta que a las empresas les suena “muy bonito” la idea de convertirse en ambientalmente responsables, pero cuando se enteran de lo que tienen que invertir, empiezan a cuestionar el costo de la instalación, el mantenimiento de la tecnología, y sobre todo, cuánto tiempo les tomaría recuperar su inversión, y entonces se desaniman.
“Con el industrial ha sido un proceso largo –dice Hania–; se le educa, se le muestra el enorme beneficio que puede llegar a tener”.
Alberto, por su parte, está seguro de que las cuotas de agua tan bajas que pagan las empresas son algunas de las razones principales por las cuales no quieren que nada cambie.
“Desde que yo conozco este sector del agua, hace más de 40 años, las tarifas han sido muy bajas. ¿Por qué? Porque es un tema que los políticos han usado para sus fines”, dice Alberto. “Y con esas tarifas tan bajas, no logras pagar los costos de inversión. Se te van a más de 10 años de retorno de inversión”.
Tanto Hania como su padre insisten en que debe haber estímulos fiscales para las empresas que elijan invertir en instalar sistemas de captación y tratamiento de aguas pluviales.
“No hay un estímulo claro –dice Alberto–. Está escrito en la ley pero no han encontrado (porque hemos trabajado con ellos) la manera de aplicarlo de forma claramente sostenible, o sea, que se pueda explicar por qué tengo que bajarle el predial 20 o 30 %, o por qué tengo que aceptar una depreciación inmediata contra prediales, a la mejor que durante un año o dos no me pague nada un Wal Mart, porque hizo la inversión en este sistema”, concluye.
Mientras esto sucede, Alberto, Hania y sus socios no se quedan con los brazos cruzados. Todos los días están trabajando en proyectos a lo largo del país. Por ejemplo, con la ayuda de la Secretaría de Desarrollo Social de la Ciudad de México instalaron sus sistemas de captación y tratamiento de aguas pluviales en tres deportivos: la Pista de Remo y Canotaje Virgilio Uribe en Cuemanco, el Centro Social y Deportivo Rosario Iglesias Rocha en Coyoacán y la Ciudad Deportiva la Magdalena Mixhuca en Iztacalco. Según sus cálculos, con estos sistemas se podrán captar 4 667 m3 de agua al año, lo que beneficiará aproximadamente a más de 28 500 asistentes a los tres deportivos.