POR IRMA GALLO
Son las cinco y media de la mañana de un lunes cualquiera, y a Tony le da mucha flojera alistarse para ir a la escuela. Desde que entró a la secundaria debe levantarse más temprano y todavía no se acostumbra. Y eso –como muchas otras cosas– la pone de muy mal humor.
Así que abre la llave de la regadera con el propósito de que se caliente mientras se desviste y aprovecha para exprimirse los granitos de la frente mirándose al espejo. Pasan cinco minutos y el agua aún no tiene la temperatura deseada. Según datos de la OMS, dejar que corra el agua de la ducha durante 10 minutos equivale a 100 litros del líquido que van directo al desagüe; o sea, Tony ya ha dejado ir por la coladera al menos 50.
Cuando termina de exprimir el último barrito ya han pasado otros tres minutos, es decir, otros 33 litros que se han ido al caño. Entonces Tony se da cuenta de que si no se mete a bañar de inmediato se le hará tarde, por lo que toma una ducha “rápida” de 10 minutos –100 litros más–. Hasta aquí, lleva gastados 183 litros de agua, pero sólo porque decidió apresurase. Durante el fin de semana, que se lo toma “con calma”, su consumo de agua podría triplicarse.
Después, lava una manzana para llevársela con su almuerzo, aunque deja correr el chorro del agua mientras enjabona la fruta, un proceso que le lleva aproximadamente dos minutos, o sea, media cubeta, pues cada minuto que deja la llave del lavabo abierta equivale a cinco litros que nunca volverán.
Ya son las seis, y Tony se apresura a lavarse los dientes; dice que “no tiene tiempo” de llenar un vaso y utilizar únicamente 250 ml para enjuagarse, así que lo hace con el grifo abierto mientras se cepilla durante los tres minutos de rigor que le ha recomendado el dentista; más otro de enjuage, cuatro. Así, esta adolescente apresurada sumó 20 litros adicionales a su huella hídrica del día.
Antes de irse, hace pipí. Como su familia no ha cambiado el inodoro por uno ecológico, con la descarga Tony aumenta su consumo de agua del día 9 litros más.
A las 6:15 de la mañana, cuando finalmente se va a la escuela, ya ha gastado 222 litros de agua potable. El resto del día se lavará las manos antes de comer y cenar, lo que supondrá otros 25 litros; usará el WC al menos otras dos veces, lo que sumará 18 litros adicionales, y se lavará los dientes dos veces más (con el método del grifo abierto), sumando otros 40 litros. Todo esto da un total de 305 litros de agua que esta adolescente gasta en un día “cualquiera”, duplicando así la que según la Comisión Nacional del Agua (Conagua) es la cantidad promedio diaria que requiere una persona a fin de realizar sus actividades: 150 litros.
A sus 13 años, Tony gasta 2 135 litros de agua a la semana, es decir, 8 540 en un mes. Si continúa con esta tendencia, habrá utilizado 204 960 litros antes de poder celebrar sus 15 años. Cuando cumpla apenas un cuarto de siglo de habitar este planeta, habrá agregado a su huella hídrica más de un millón de litros de agua usados o desperdiciados, la pregunta es si en ese tiempo aún habrá agua que corra por el grifo, pues se calcula que la capital mexicana apenas tiene la suficiente para garantizar 50 años más de consumo.
Pero es un lunes cualquiera de 2017 y Tony se sube al auto de su mamá para ir a la escuela. Ellas viven en una de las pocas zonas de la Ciudad de México en la que todavía no se presenta desabasto de agua, y eso es casi un milagro. Aun así, se asusta cuando su mamá le dice que el fin de semana van a lavar juntas el coche. Le asusta porque nunca la deja usar la manguera como ella quisiera, y la obliga a hacerlo con un trapo y cubeta, para luego quejarse todo el día de que no quedó como le hubiera gustado. ¿Alguien habrá creado alguna solución? Pues sí, pero ni Tony ni su mamá conocen a Paty y a Miguel, tampoco a Daniel. Y estos son los nombres de los tres emprendedores sociales que podrían cambiar su vida y ayudarles, desde ya, a ahorrar agua a diario.
DUCHA SUSTENTABLE
Cuando Patricia Horcasitas y Miguel Ángel Carmona notaron cuánta agua se desperdicia en la ducha mientras se calienta el agua, fundaron IQBiK, empresa que desarrolló Acualight, un dispositivo que, al devolver el agua fría a la cisterna e indicar con una luz roja el momento en que la temperatura es ideal, ahorra entre 15 y 50 litros de agua que casi todos desperdiciamos al darnos una ducha.
Sin embargo, a pesar del agua que este producto puede ahorrarle a los consumidores, Patricia dice que no ha sido fácil posicionarlo en el mercado: “Hemos visto algunas empresas, varias ya, y a todo el mundo le gusta, pero al final no se animan a colocarlo. No invierten en esto”. La ingeniera química afirma que quizá lo que desanima a los consumidores es que la instalación del sistema tiene un costo más elevado en una vivienda usada porque hay que tirar lozas, hacer trabajo de albañilería y plomería, lo cual es muy costoso. No obstante, en construcciones nuevas instalar este dispositivo es muy económico: “Solamente se instala un pedacito de tubería más, se pone un cabezal y toda el agua se lleva a la cisterna”, relata Patricia.
Así que no todo está perdido. Miguel Ángel interviene: “Recientemente tuve una entrevista con una persona que trabaja en una empresa que se llama Hábitat, ellos asisten a gente de bajos recursos mediante financiamiento, ya sea desde construir una casita o hacer adiciones a sus viviendas, que son, en general, humildes. En estas viviendas, si quieren agregar un baño en su casa, ahí nos van a apoyar con el propósito de que se incluya este sistema en la construcción de su baño. Ellos tienen un programa de 15 000 casas para apoyar”.
Por lo pronto, y mientras esta empresa pone manos a la obra, IQBiK tiene ya dos dispositivos Acualight en funcionamiento, uno en la ciudad de León y otro en la Ciudad de México, aunque eso no es todo, pues Miguel Ángel cuenta entusiasmado que ya hay una empresa constructora en Coyoacán que los incluye en sus planos. Así que en esos nuevos desarrollos serán instalados al menos 400 dispositivos, por lo cual se evitará el desperdicio de hasta 20 000 litros de agua cada que los habitantes de estos nuevos hogares tomen una ducha.
LAVADO EN SECO
Desde que Daniel Delgadillo era estudiante de Administración de Empresas quería diseñar una solución que evitara el desperdicio de agua al lavar los carros. Odiaba ver a sus vecinos usar la manguera a fin de quitar las hojas de sus parabrisas, o el hielo en el invierno. Así nació Sin Agua Mx, un servicio de lavado de autos a domicilio muy particular porque se ofrece “en seco”.
“El servicio consiste en aplicar una sustancia que se obtiene de agua pluvial; se le mete un polímero parecido a la cera líquida para que dé mayor brillo. Se ocupan microfibras a fin de no perjudicar la pintura ni la lámina del auto y en cada servicio se ocupan apenas 250 ml de este producto”, relata Daniel, quien hace unos años contactó a una empresa española que le vendió la fórmula original del producto, el cual él y sus empleados utilizan actualmente con el propósito de lavar autos en las colonias clasemedieras de la Ciudad de México. Tras obtener la fórmula, Daniel contrató a un laboratorio mexicano que fabrica la sustancia desde entonces, para no tener que importarla y lograr que el servicio tenga un precio accesible y justo.
El impacto de esta idea de Daniel y sus compañeros es más que significativo. Incluso si somos ciudadanos responsables como la mamá de Tony, lavar un carro utilizando una sola cubeta de agua implica de 20 a 25 litros del líquido, mientras que en los autolavados utilizan karchers (máquinas para lavado a presión) que usan de 50 a 70 litros por cada auto. Si esto se compara con los 250 ml del producto por carro que utiliza Sin Agua Mx, es nada.
“En cuanto a la limpieza interior –continúa Daniel, que aún siendo el fundador de la empresa se ocupa de atender personalmente a los clientes– tenemos aspiradoras recargables, por lo cual no requerimos absolutamente nada de parte del cliente: ni toma de corriente eléctrica ni toma de agua”.
Fundada en 2014, Sin Agua Mx ya tiene ahora 13 lavadores, que dan servicio a 10 a 12 carros diarios, o sea, esta empresa atiende a un promedio de 130 a 156 clientes cada día. Trabajan de lunes a domingo, y proporciona sus lavados en seco a particulares, empresas y a conjuntos habitacionales.
“En México hay muchísimos autos –dice el CEO de esta empresa, mientras talla suavemente el auto de esta reportera con una microfibra amarilla después de haberlo rociado con su fórmula de agua pluvial y polímero–. Ahí vimos la oportunidad de negocio, e independientemente, la parte ambiental, donde nosotros tratamos de contribuir lo más que podamos: contribuimos con el servicio y también tratamos de contribuir con algunas campañas de reciclaje. Tenemos un convenio con una recicladora de PET y de cartón que recolecta las botellas de este plástico, tanto las que encontramos en los autos como en las empresas para las que trabajamos”.
Además, como Sin Agua Mx ofrece servicio a domicilio, los lavadores también ahorran energía en el transporte, pues acuden a las citas en bicicleta o scooter eléctrico: “Ahí también tratamos de disminuir nuestra emisión de carbono”.
Hoy en día esta empresa proporciona sus servicios en las delegaciones Cuauhtémoc, Benito Juárez, Miguel Hidalgo y parte de Venustiano Carranza. Planean expandirse a toda la Ciudad de México y el área metropolitana, así como a la ciudad de Cancún, debido a ello están por iniciar una campaña de crowfunding en la plataforma de inversiones colectivas Playbusiness, con recompensas para quienes los apoyen y que también podrán volverse accionistas de este emprendimiento social mexicano que ya rescata aproximadamente 10 000 litros de agua cada día –el equivalente a la que se usaría si todos los autos que lavan ellos, acudieran a un servicio tradicional de autolavado.
Sin duda, Tony estará feliz cuando al preguntar al más famoso buscador de la red cómo evitar que su mamá la obligue a lavar el auto con cubeta, encuentre la historia de Daniel; por otro lado, sonreirá al leer aquí mismo la historia de Paty y Miguel, al querer solucionar el desperdicio de agua que a diario protagoniza en la ducha.