Revista Cambio

Dobleces: PRD amorcillado

Para Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, fue su última contienda electoral con un papel protagónico. Además, se convirtió en el sepulturero del partido del sol azteca. El partido fundado en el fragor de la lucha postelectoral de 1988, hoy se encuentra en la antesala de la extinción.

Desde la tarde del domingo 2, en el PRD existe un ambiente de un profundo derrotismo. El partido de la izquierda y de la pluralidad está amorcillado. Sin representación en el senado. Ensoñación y deseo de Jesús Zambrano. La posibilidad de subsistir es nimia y la exigencia de apertura de paquetes electorales por parte de Guadalupe Naranjo y Ángel Ávila, por la sospecha de un fraude contra la alianza opositora, es el maquillaje de una operación para salvar las siglas del partido y las prerrogativas. Es buscar un flotis en el bote de la basura.

Las cifras más conservadoras señalan que, al menos, el PRD requiere de 500 mil votos para mantener el registro. Zambrano es la cara visible y responsable de la debacle en la que se encuentra el partido, pero, además, es víctima de sus propios errores. Dejó de dirigir para dedicarse a predicar que el partido se encontraba en una posición cualitativa al interior de la alianza fuerza y corazón.

Entre los náufragos de las decisiones de Jesús Zambrano se encuentran su operador político, Ángel Ávila que iba por una curul y Miguel Ángel Mancera que se quedó con las ganas de seguir con fuero. La estrategia del dirigente nacional perredista falló. Su proyección de apostar por el voto en cascada y no apostar por la militancia ni simpatizantes de su partido, jugó en su contra. Y durante su gestión como integrante de la alianza doblegó a la dirigencia y al partido a los designios de la alianza, a cambio de poco. En ese ánimo convirtió la dirigencia en un coto unipersonal y antidemocrático.

El resumen de la historia del PRD es que es un partido que no conoció en 35 años de existencia lo que es gobernar al país desde la Presidencia de la República. Primero por el caudillismo al que fue sometido por Cuauhtémoc Cárdenas y posteriormente por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Sin liderazgos, ni corrientes internas para equilibrar la dirigencia, ni caudillo al cual seguir, el partido negroamarella está a unas horas de convertir su eslogan en un epitafio. La voracidad de Zambrano convirtió a un partido de tribus en un instrumento de repartición de candidaturas, pero sin potencia.

El PRD en el país se convirtió en un membrete sin ideología ni defensor de las causas sociales. Eso ya es historia y parte de la mística con la que nació y que se enfila a morir como un partido mediano temeroso a gobernar y con el dirigente encargado de ponerle los clavos al ataúd.
La tragedia del PRD está a la vista. Negar la realidad es la cerrazón y la sevicia con la que Zambrano llevó al PRD a sus últimos días a pasar de un partido de grandes causas a una organización diminuta.

Israel Mendoza Pérez
@imendozape