Ya casi es 10 de mayo, y otra vez nos bombardearán con propaganda color de rosa que enaltece a las madres abnegadas y entregadas que hacen todos los sacrificios para que sus hijos e hijas sean personas “de bien”, y por lo cual “deben” recibir como símbolo de gratitud planchas, lavadoras, vajillas o cualquier otro artefacto que haga menos duro este trabajo de cuidado que, por cierto, ha sido impuesto socialmente.
Y es que, ¿quién dijo –y cuándo– que sólo las madres de familia tenemos la responsabilidad de cuidar a los hijos e hijas? Y peor aún, ¿dónde está escrito que sólo las mujeres debemos encargarnos del trabajo doméstico, y además sin remuneración alguna?
Debido a que esta edición quedó atrapada entre el Día Internacional del Trabajo y el Día de las Madres, decidimos enfocarla hacia la maternidad y al desarrollo profesional y laboral también porque, ¿en serio debemos elegir entre una u otra? ¿Se vale seguir intentado ser esas supermujeres, tan solas que no se dan permiso de quebrarse ni una vez por querer lo mejor de los dos mundos?
Editoras y reporteras salimos a buscar historias distintas, porque estamos convencidas de que podemos cambiar las cosas si somos las primeras que reforzamos nuestro anhelo de equidad y equilibrio en las responsabilidades domésticas y del cuidado infantil. Por supuesto, también hay reporteros que participaron en este ejercicio, quienes además de traernos la inspiración de aquellas mujeres que han llegado a la cima en el universo de los negocios, indagaron sobre los derechos humanos laborales y cómo las mujeres y madres podemos ejercerlos.
Porque sí, ser madre puede resultar lo más maravilloso cuando la maternidad es una elección, pero incluso cuando lo es, si no se comparten las responsabilidades de cuidado y trabajo doméstico, puede dejar de ser esa vida en rosa que imaginamos al jugar a las muñecas y la comidita.
Así, hablar de maternidad hoy en día es hablar de derechos humanos, equidad de género, igualdad de oportunidades, eliminación de brechas salariales, erradicación del acoso laboral, sororidad, creatividad y, también, de paternidad y derechos de los hombres a la participación en la crianza, horarios laborales más flexibles, y hasta cambiadores de pañales en los baños de ellos, tal como bien lo hizo notar hace algún tiempo Ashton Kutcher.
En un país donde las horas dedicadas a proporcionar alimentos a hijos e hijas provienen 86.4 % de las mujeres y apenas 13.6 % de los hombres y donde 83.2 % de la ropa sucia en todo México es lavada por mujeres, ha llegado el momento de que hablar de maternidad deje de ser un tema de agradecimiento por el sacrificio, la abnegación y el trabajo no remunerado.
Como bien apunta la antropóloga feminista Marcela Lagarde en sus investigaciones, la maternidad es un compromiso ético para toda la vida –igual que debe serlo la paternidad–, pero necesitamos vivirla en condiciones de igualdad y dejar atrás ese concepto añejo de la maternidad esclavizante.
Afortunadamente, las cosas van cambiando, gracias al trabajo que las nuevas generaciones llevan a cabo a fin de romper paradigmas y construir nuevos modelos de familia, sin embargo, todavía 70 % del trabajo doméstico y el cuidado de las personas en hogares se realiza por mujeres y niñas, según estudios del Programa de Género, Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir.
El camino es largo, pero las mujeres –y cada vez más hombres– estamos dispuestas a andarlo porque sí, These boots are made for walking sin importar si llevan tacones o no.