Los gatos somos seres astutos que sabemos cuándo es el momento de sacar las uñas o mostrar nuestras cartas, a diferencia de ustedes los humanos, a quienes les gana el hígado.
Justo hace unos días comentaba que una de las lecciones esenciales para convertirse en líder es no ser avorazado. Lo dije la semana pasada, pero parece que alguien no me leyó. Quien siga el dicho “Al que madruga Dios le ayuda” está completamente equivocado, más aún cuando lo que se pretende es un madruguete.
Calladito, muy discreto y con bajo perfil, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, ya anunció que va por la grande. Con una minicampaña en redes sociales y hasta con su propio logo, ya gritó a los cuatro vientos que quiere convertirse en candidato presidencial para las elecciones del 2018.
Con este destape anticipado, Osorio Chong cometió tantos errores que me puso los bigotes de punta. Si fuera el CEO de una empresa y no funcionario público, el Consejo de Administración ya lo hubiera “botado”, y no “votado,” de inmediato.
Cuando a los gatos se nos dilatan las pupilas los ojos se nos ponen muy grandes, nuestros humanos dicen que se nos ponen los “ojos de canica”. Bueno, pues a mí casi se me salen cuando vi su logotipo, un círculo en colores verdes, rosas, blancos, que parecía más una interpretación arquitectónica que algo para identificar a una persona. De la vista nace el amor y la gente ama a los gatos porque somos estéticos y tenemos buen gusto, no una mezcla de rayas y pelos. Con el perdón de Mr. Chong, no creo que su paleta de colores conquiste votantes.
Hace no menos de un mes, otro poderoso funcionario, que identificaremos como “LuisVi”, tuvo una brillante idea que lo sacó del gabinete y de la carrera presidencial, en lenguaje gatuno, cabría la expresión “sacó las garras”. Ese político que pensaba convertirse en líder de la manada se fue con la cola entre las patas y, que yo recuerde, nadie salió en su defensa. Cuando quieres ser el líder debes tener más aliados que enemigos, pero en un clima tan enrarecido en el que cualquiera se siente con el derecho de tirar un zarpazo, hay que ser muy precavidos y no ponerse en el ojo público, recuerden esa lección del bajo perfil.
A los gatos se nos acusa de ser egoístas y huraños, lo que es completamente falso (también tenemos nuestro corazón gatuno), y una prueba es que a mí nunca se me hubiera ocurrido lanzar una campaña de promoción personal tres días antes de cumplirse dos años de la desaparición de los normalistas de Ayotzinpa. ¿Es en serio señor Chong? En síntesis, yo enumeraría así los errores del “destape” – ¿o salida en falso? – de Osorio Chong: no fue estético, no fue estratégico, se comportó peor que niño en dulcería y se vio como un político insensible. Así no se puede.