Jóvenes: una noción turbia y no consensuada entre la mayoría de los entes públicos. Las y los jóvenes son vistos en muchas ocasiones como un problema a resolver en vez de la fuerza social del presente, la semilla progresista del futuro. A pesar de los avances notables en la Constitución de la Ciudad de México por el reconocimiento jurídico específico hacia las personas jóvenes, muy pocos tomadores de decisión u autoridades públicas han sabido acercarse para entender y encontrar políticas públicas transversales adecuadas con respecto a esta población; un grupo en muchas ocasiones rechazado o relegado a desarrollarse en función de un modelo marcado por las decisiones de los grandes.
Según la Encuesta nacional sobre discriminación 2017 del Inegi, 39.8 % de los encuestados piensa que se justifica llamar a la policía cuando hay jóvenes reunidos en una esquina; 42 % que se respetan poco o nada los derechos de las personas jóvenes; más del 60 % piensa que la mayoría de las y los jóvenes son irresponsables.
Casi la mitad de las personas jóvenes en México viven en situación de pobreza. A la segregación etaria, poco se ha hecho para prevenir y luchar contra la discriminación y el clasismo hacia las personas jóvenes originarias de niveles socioeconómicos humildes o de algunas zonas territoriales estigmatizadas de la Ciudad de México. Aunado a ello, en México las personas jóvenes son las principales víctimas de la violencia y son propensas a una serie de factores de riesgos fundamentales de atender en la lucha por la paz.
Frente a la prioridad del próximo gobierno con respecto a la pacificación del país, es esencial integrar las voces jóvenes de distintas realidades socioeconómicas a las consultas públicas, y tomarlas en cuenta en el análisis y la construcción de soluciones de las violencias. Dicho trabajo de recopilación de opiniones tiene que acompañarse de una estrategia de involucramiento, de reforzamiento de la confianza y corresponsabilidad social hacia las personas jóvenes en la construcción y mantenimiento de la paz y de la prevención social de las violencias.
Si bien la iniciativa de promoción del empleo joven será una palanca que impulse el buen desarrollo de una parte de la población, podría resultar benéfico sumarle programas de capacitación y fortalecimiento de habilidades para la vida, especialmente para las y los jóvenes que vivan en condiciones más cercanas o propensas a las violencias.
Al respecto, la Unidad Habitacional Ermita Zaragoza (UEZ), al oriente de la delegación Iztapalapa, está por estrenar un proyecto piloto, fruto de la cooperación interinstitucional no solamente entre distintas dependencias y niveles de gobierno, sino también con el sector privado y la sociedad civil organizada. “UEZ por la Paz” pretende contribuir a mejorar las condiciones de paz social inmediata en la unidad habitacional mediante la formación de 40 jóvenes agentes de paz en materia de gestión pacífica de conflictos, primeros auxilios, atención a emociones entre otras actividades de fortalecimiento comunitario.
A la par, se implementará una estrategia de acupuntura urbana y social en la zona con base en la promoción del deporte y de la cultura, del acceso a la justicia y a los servicios básicos de gobierno, el desarrollo sostenible y la reinserción social; todo enfocado de manera transversal y prioritaria en la prevención y atención de las violencias; un proyecto de corresponsabilidad alentador basado en el capital humano, las fortalezas existentes, la riqueza cultural y resiliente de las y los jóvenes de la colonia que podría ser replicable en función de sus resultados.
*Fundador de Espacio Progresista, A. C. Asesor en estrategias de políticas públicas, incidencia social y cooperación internacional.
@aurel_gt