Después de la elección en el Estado de México podemos decir que en este país ya a nadie en la administración pública le importa lo que pase en los próximos 12 meses. Todos están pensando ya en la grande, esa que viene en 2018.
La forma en la cual los aspirantes se van a abalanzar sobre las candidaturas de los partidos me parece como cuando la manada de gatitos va detrás de la mamá porque tienen hambre –saben a qué me refiero, pero quiero decirlo de manera diplomática.
El primero de los gatitos y el que se ve más desesperado por llegar hasta la mamá es el presidente del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador. En el imaginario felino lo veo como ese que llega primero y trata de evitar que los demás coman, y es que después de 12 años buscando la grande debe estar desesperado por llegar.
En esa carrera me imagino también al líder del Partido Acción Nacional (PAN) Ricardo Anaya. A él lo veo como ese gato que no sabe de dónde aferrarse para comer y que nada más anda brincando para ver si le atina.
A la también panista Margarita Zavala parece que le pasa algo extraño: aunque haya lugar, como que no la veo con ganas de comer. En las últimas semanas ya no la hemos visto tanto en el ojo público, ni siquiera para apoyar de manera importante la campaña de Josefina Vázquez Mota en el Edomex.
El jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, también estaría dentro de esa manada, pero lo veo como ese gato sin garra, que mejor espera a que todos dejen de comer para evitarse problemas, no tener que entrar en pleitos y, ¿por qué no?, comer a gusto sin tenerlos a todos encima. El problema es que le van a tocar las sobras.
En toda manada nunca falta un gato peleonero y ese papel le correspondería ni más ni menos que al actual gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, ese que se la pasaría gruñendo tratando de asustar a los demás, pero al que nadie le haría caso.
Sin embargo, por encima de todos estos gatitos está un gatote, ese que ya no necesita ser alimentado porque ya creció, se desarrolló y, aunque los demás no lo vean así, es realmente quien tiene el poder.
Seguro en su mente ya está el nombre de ese gato: Manlio Fabio Beltrones. Y no es que sea el mejor ni el menos peor, sino el que ha conservado el más bajo perfil en los últimos meses. Después de su renuncia a la presidencia nacional del PRI, poco supimos de él. Lo vimos como comentarista en un canal de televisión durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos, en uno que otro foro y es todo.
En el mundo estrictamente gatuno, mientras los demás comen, ese gatote se dedicaría a explorar el territorio, ganarse a los amos y obtener una mejor comida que la buscada por los gatitos.
Así que quienes están pensando en el 2018, se tienen que poner muy listos y a lo mejor jugar a eso de que unidos vencerán, porque mientras buscan su alimento, el gatote ya recorrió todos los tejados del vecindario y marcó su territorio. Ni modo, es hora de alejarse de la mamá y buscar solos la comida.
DharmaTip:
La vida de un gato puede ser como la de un político. La única diferencia es que el gato tiene siete vidas y el político, con trabajos, apenas llega a una. Así que hay que cuidarla.
@dharmaqueen1