Al terminar una conferencia en la Preparatoria 5, una joven que llevaba en sus manos una copia de la novela Tantadel, escrita por René Avilés Fabila, se acercó al autor para que la firmara. El escritor aceptó y, cuando le preguntó a quién tenía que dedicarla, ella contestó: “Para Tantadel”.
El nombre, y especialmente el personaje Tantadel, fueron inventados por Avilés Fabila en 1974. Tantadel (la del libro), era una mujer independiente, a quien le gustaba hacer lo que quería, especialmente con su sexualidad, algo poco visto en la literatura y la sociedad mexicanas de aquellos años.
Y es que Avilés Fabila siempre buscó romper estereotipos. Así lo recuerdan muchos alumnos de Comunicación que él ayudó a formar en la Universidad Autónoma Metropolitana, de la cual formó parte y del grupo de académicos que la fundó, en donde era profesor de tiempo completo desde 1976 en la unidad Xochimilco. También fue académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Letras de buena madera
En el periodismo, tuvo una larga carrera que inició en los 60 en el periódico El Día y que siguió en la revista Siempre y el la Revista Mexicana de Cultura, que era el suplemento cultural de El Nacional, el diario gubernamental durante gran parte del siglo 20.
A inicios de los 70, colaboraba en el periódico Excélsior, entonces dirigido por Julio Scherer, a quien solía calificar como “el único periodista que tiene teléfono directo con Dios”.
Tras el llamado “Golpe a Excélsior” en 1976, cuando desde el Gobierno se orquestó un ataque para remover a Scherer de la dirección de ese diario, Avilés Fabila fue uno de los periodistas que salieron de ahí para fundar el periódico Unomásuno, en donde trabajó como articulista durante varios años.
En 1984, regresó al Excélsior para fundar un legendario suplemento cultural llamado “El Búho”, en donde pasaron varias de las plumas más importantes de la época, hasta su desaparición en 1998. También tuvo un programa de radio llamado Fantasías en carrusel (homónimo de uno de sus libros) en el Instituto Mexicano de la Radio.
Tras salir del Excélsior por un tiempo, regresó cuando fue adquirido por Olegario Vázquez Raña y trabajó ahí como articulista, además colaboró en el diario Crónica y la revista Siempre.
A diferencia de muchos escritores y periodistas de su época –y de otras más–, Avilés Fabila tuvo una consistente preparación académica.
Egresó de Ciencias Políticas en la UNAM y después viajó a Francia para cursar un posgrado en la Universidad de París, pero su vocación siempre estuvo en las letras.
A mediados de los 60, consiguió una beca en el Centro Mexicano de Escritores, donde tuvo profesores de la talla de Juan Rulfo y Juan José Arreola.
Avilés Fabila perteneció a una generación de escritores mexicanos que presentaba narrativas diferentes, más divertidas y críticas, la cual fue calificada como “La onda”, a la que también pertenecían otros artistas, como José Agustín o José Luis Cuevas, quien, por cierto, ilustró algunas portadas de sus libros.
Siempre fue crítico en su obra, y uno de sus primeros libros polémicos fue El gran solitario de Palacio, título que se refiere al presidente Gustavo Díaz Ordaz, ya que la novela narra la masacre de Tlatelolco de 1968; inclusive, por esa razón tuvo que ser editada desde Argentina.
Su género literario favorito era el cuento, el cual inmortaliza en obras como Hacia el fin del mundo y Fantasías en carrusel.
Corazón de izquierda
En su autobiografía, publicada en su página de Internet, Avilés Fabila dice que su formación siempre fue marxista-leninista, pero siempre tuvo cuidado de no caer en el dogmatismo.
“Estaba convencido, luego de la lectura de los clásicos del marxismo, que Lenin había hecho una revolución torciendo el pensamiento de Marx”, escribió.
Quienes lo introdujeron en el pensamiento de izquierda fueron importantes personajes como Juan de la Cabada, José Revueltas y Vicente Lombardo Toledano.
“Fue chistoso ver cómo mis compañeros de escuela hacían fortuna al amparo del sistema, mientras yo me desgañitaba repitiendo las ideas de Lenin y Guevara, pagaba mis cuotas al Partido Comunista y peleaba contra el PRI y el PAN”, recuerda en sus memorias.
Durante años fue miembro permanente de partidos de tendencia comunista, empezando por la Juventud Comunista cuando tenía menos de 20 años, pero con el tiempo se decepcionó de la izquierda mexicana a quien criticó en diversas ocasiones por varias de sus posturas y líderes.
“Sigo creyendo que el Estado tiene que ejercer el control de los medios de producción, pero no veo la forma de obligarlo a ello, es una tarea imposible. La globalización, y México está dentro del proceso, marcha contra los vestigios de tal causa que se desprestigió enormemente. La izquierda real (que existe fuera del PRD) deberá buscar otra forma de hacerle justicia a la sociedad”, apuntó en su autobiografía.
René Avilés Fabila nació el 15 de noviembre de 1940 en la Ciudad de México, donde también murió el pasado 9 de octubre, a los 75 años, a causa de un infarto.