Hace algunas semanas, en el marco del 13 Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México (DocsMX), CAMBIO y Make Sense presentaron en Huerto Roma Verde un documental sobre impacto social llamado Waynak (Where are you?), que trata sobre cuán poderosos e importantes pueden ser los esfuerzos en torno a apoyar a personas en situación de refugio o que son migrantes.
Al finalizar el documental hicimos una dinámica con preguntas que aparentemente eran fáciles de responder, sin embargo, fue un ejercicio muy encaminado, con el propósito de visualizar que las cosas no son tan sencillas cuando te enfrentas a situaciones como la carencia de recursos –desde dinero hasta un teléfono– o servicios –medios de transporte y acceso médico, por ejemplo–, y que en la mayoría de los casos empeoran si existe una diferencia de lengua.
En ese sentido, creo que ver documentales implica siempre sensibilizarnos sobre lo que viven otros seres humanos, porque ahondamos en los conflictos de sus fronteras y los problemas que atraviesa su cultura, pero también en los sentimientos que nos hacen homogéneos como especie, independientemente de la bandera o los rasgos de identidad que abracemos en nuestro corazón.
El tema de la inmigración es complejo y toca demasiadas fibras sensibles. No obstante, sorprenden las reacciones de racismo, xenofobia, discriminación y clasismo en México respecto a la caravana migrante. ¿Ya se nos olvidó que en Estados Unidos hay muchas mexicanas y mexicanos, al grado de que las remesas son la segunda fuente de ingresos a nuestro país? También somos migrantes.
La situación de las personas de nuestra nacionalidad que desean llegar a Estados Unidos tampoco es grata; eso puede observarse en El gran muro, producido por Explorer Investigation de National Geographic. Las personas arriesgan su vida al cruzar el desierto de Arizona pese a la política de tolerancia cero de Donald Trump. De acuerdo con este documental, 2 300 niños fueron separados de sus padres, y más de 155 000 mexicanos están detenidos a la espera de ser deportados.
Resulta difícil ligar este tema con una bicicleta o con el ciclismo. Para mí la bici también es un lenguaje universal. La sensación de libertad y gratitud que sientes con la vida tras una buena pedaleada siempre da lugar a reconfigurar de la mejor forma posible nuestras emociones, a conciliar con nosotros mismos y con los demás. Me gustaría que en estos días diéramos un voto de paz a quienes por necesidad migran cerca de nosotros… o de vuelta a México.
*Periodista. Autora de Rodada 2.0, marca que celebra la inclusión de la bici como estilo de vida en todas sus modalidades.
@Rodada2Punto0