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Buna: café sustentable y más cosas ricas

28 de Diciembre 2018
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Café Buna es una empresa 100 % mexicana que busca quedarse, de preferencia, en México. No sólo es deseado a nivel internacional, también se aleja de la sofisticación que define a muchas marcas parecidas, a tal grado que, los rescatistas en la Ciudad de México  puieron disfrutar de este producto que fue donado después del temblor del 19 de septiembre.

Uno de los objetivos de esta empresa que se dedica al café desde su producción hasta su venta en el showroom que tienen en la Ciudad de México, es que quieren lo mismo para todo el país: que consuman este grano que surge de tierras trabajadas por manos mexicanas.

Mientras que la mayoría de las empresas en esta industria se encargan de comprarlo a productores de manera directa sin intervenir en el proceso de siembra o recolección y lo pagan a precio mínimo “fair trade”–en el mejor de los casos–, Buna tiene un equipo agrícola que se dedica a trabajar en nutrición, calidad y en sostenibilidad con las comunidades que se dedican a sembrar el café en Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Puebla e Hidalgo.

Al principio no se concebían como una empresa “sostenible” o “socialmente responsable”, porque esa debería ser la meta de muchas marcas que ya se autodenominan así, como lo es para Buna, dice Fernando Aguilar, encargado de vinculación e impacto.

“Creemos que todo el tiempo es un camino a la sustentabilidad y a la regeneración, y nuestras actividades se enfocan en el cuidado de las parcelas, de los ecosistemas que hay en torno al cafetal o donde está el cacao o las mieles, con prácticas que tengan en mente la producción a largo plazo, pero también el ambiente que rodea”, indica Fernando en la fábrica que tienen en la Ciudad de México.

Al recorrer los ecosistemas del país, aprenden de su biodiversidad y de sus suelos para implementar prácticas agroecológicas que permitan hacer acuerdos de largo plazo con los productores, quienes pertenecen en su mayoría a comunidades indígenas.

Más que café

Gracias a los recorridos que realizan con la finalidad de conocer los ecosistemas donde trabaja la empresa fundada por Eduardo Pérez, Alberto Rivera y David Akle, hallaron que también podían explorar con el cacao y la miel.

Para Buna, trabajar con caaco va más allá de ampliar su oferta de productos, también significa conservar el tejido social de las comunidades y unir las zonas altas con las bajas.

“Nosotros queremos que se siga tomando así el cacao, lo más entero y nutritivo posible, aunque parezca algo medio revolucionario, mientras que en lugares ya se comparte en grandes cantidades como lo hemos hecho con el café”, indica Ana.

Con las mieles ocurrió algo parecido, los mismos productores de café vendían en menor cantidad este líquido viscoso con las pocas abejas nativas que criaban. Ana compraba algunos litros para consumo personal o para resguardarlos, hasta que se dieron cuenta de que también podían encargarse de ese producto.

Y aunque parezca que hay un abismo de diferencia entre el resultado de un café elaborado en una barra especializada y el que se tomaron los brigadistas aquellas noches después del temblor, Buna se aleja de la sofisticación; la conoce, la maneja y la usa cuando es necesario para preparar café, pero también invita a la gente a tomarlo y disfrutarlo sin que se clave demasiado.

La versión original de esta historia fue escrita por Estefanía Camacho y fue publicada el 15 de julio de 2018 en la edición 847 de la revista Cambio.

 

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