¿Qué pasaría si pudiéramos predecir y evitar un tsunami con veinte años de antelación? He ahí el reto con las pensiones que brindarán las afores en las próximas décadas.
Los métodos modernos nos permiten saber con antelación de horas la posibilidad de ocurrencia de un tsunami; esto es posible mediante sensores ubicados en el océano, que monitorean de manera constante movimientos fuera de lo normal, pero ¿qué pasaría si pudiéramos predecir y evitar un tsunami con veinte años de antelación? Ahí se encuentra el reto hoy en día; de acuerdo con cifras de INEGI, al primer trimestre del 2020, la tasa de informalidad en la población económicamente activa en México es de 56.1% con respecto a la población ocupada, es decir, personas que no tienen acceso a seguridad social y, por ende, acceso a aportaciones patronales en una Afore.
Recordemos que el modelo actual de cuentas individuales administradas por una Afore, fue instituido en un intento por frenar el deterioro de las arcas en los institutos de seguridad social, al percatarse que el modelo de “Beneficio Definido” sería insostenible con el paso del tiempo; el modelo actual en México de “Contribución Definida” se encuentra basado en el modelo chileno de pensiones, el cual tampoco está viviendo un gran momento, similar a lo que ocurre con los sistemas pensionarios latinoamericanos.
Pero ¿dónde se encuentra el verdadero problema para las siguientes generaciones de mexicanos?; es ahí donde viene el tsunami. De acuerdo con datos estimados por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, la tasa de reemplazo estimada para los trabajadores del periodo Afore, será del 30%, es decir, como parte de su pensión, únicamente aspirarán a obtener $30 por cada $100 de su último salario, lo cual inevitablemente tendrá repercusiones en rubros como consumo y salud.
Esta situación no parece representar un problema en 2020, pero acorde con las estimaciones para la población mexicana en 2050, se espera que la población mayor a 55 años sea equivalente el 29% de la población mexicana, lo cual no solo significa un reto para el tema pensionario sino también para el tema de salud. Por ejemplo, el IMSS estima que, hoy en día, el 30% de las personas mayores de edad es hipertensa, adicionalmente, de acuerdo con la Federación Mexicana de Diabetes, el 9% de la población padece esta enfermedad crónica; la proyección es que estas cifras aumentarán en los próximos años.
Considerando estos hechos, analizaremos de manera breve las mejores opciones hacia un retiro digno.
(1) Plan personal de retiro (PPR), una de mis predilectas, ya que permite elegir el tipo de inversión al que podemos acceder, es deducible de impuestos y al ser de largo plazo, los montos de aportación son relativamente bajos.
(2) Seguro de retiro, se contrata mediante una póliza, contaremos con una suma asegurada, la cual obtendremos a la edad estipulada o en su defecto nuestros beneficiarios en el caso de que algo nos llegara a suceder en el camino (“¡toco madera!”), incluso con coberturas ante invalidez o gastos funerarios.
(3) Aportaciones voluntarias, dentro de la misma afore, podemos hacer aportaciones con diferentes horizontes temporales, siendo las complementarias de retiro las que nos pueden brindar beneficios fiscales tales como deducción de hasta 5 UMAs (aproximadamente 158 mil pesos anuales).
Teniendo en cuenta el panorama que acabo de describir, ¿veinte años te bastan para sortear el “tsunami”?