HONG KONG / PEKÍN.— Durante las últimas dos semanas, la policía china ha allanado casas, restaurantes y mercados informales en todo el país, arrestando a casi 700 personas por violar la prohibición temporal de capturar, vender o comer animales salvajes.
La magnitud de la ofensiva, en la que se han recuperado casi 40 mil animales, incluidas ardillas, comadrejas y jabalíes, sugiere que el gusto de China por comer fauna silvestre y usar sus partes con fines medicinales no se irá de la noche a la mañana, pese a los posibles vínculos con el nuevo coronavirus.
Los comerciantes que venden de forma legal carne de burro, perro, venado, cocodrilo y otras dijeron a Reuters que planean volver al negocio en cuanto los mercados vuelvan a abrir.
“Me gustaría vender cuando se levante la prohibición”, comentó Gong Jian, que dirige una tienda de vida silvestre por internet y opera locales en la región autónoma Mongolia Interior. “A la gente le gusta comprar animales salvajes. Se compran para comer o regalar porque te da prestigio”.
Gong dijo que está almacenando carne de cocodrilo y ciervo en grandes congeladores, pero que tendrá que matar todas las codornices que estuvo criando. Los supermercados ya no compran sus huevos y no se pueden comer después de congelarlos.
Los científicos sospechan, pero no han demostrado, que el nuevo coronavirus pasó desde los murciélagos a los humanos por intermedio de pangolines, un pequeño mamífero devorador de hormigas cuyas escamas son muy apreciadas en la medicina tradicional china.
Algunas de las primeras infecciones fueron halladas en personas que estuvieron expuestas al mercado de mariscos de Wuhan, donde se vendían murciélagos, serpientes, civetas y otros animales salvajes. China clausuró temporalmente todos los sitios en enero, advirtiendo que comer animales salvajes representaba una amenaza para la salud y la seguridad públicas.
No obstante, esto puede no ser suficiente para cambiar gustos o actitudes profundamente arraigados en la cultura y la historia del país.
“A los ojos de muchas personas, los animales viven para el hombre, no comparten la Tierra con el hombre”, dijo Wang Song, un investigador retirado de Zoología de la Academia de Ciencias de China.
Debate en internet
La epidemia, por la que han muerto más de mil 700 personas en China, revivió el debate sobre el uso de la vida silvestre para la alimentación y la medicina. En 2003 hubo un brote de SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), que científicos creen pasó desde los murciélagos a los humanos a través de las civetas.
Muchos académicos, ambientalistas y ciudadanos chinos se han unido a grupos conservacionistas internacionales para pedir una prohibición permanente del comercio de vida silvestre y el cierre de los mercados donde se venden animales salvajes.
El debate en internet en el interior del país —probablemente influido por personas más jóvenes— ha favorecido en gran medida una prohibición permanente.
“Es un mal hábito atrevernos a comer cualquier cosa”, dijo un usuario llamado Sun en un foro de discusión de noticias en el sitio web chino Sina. “Debemos dejar de comer vida silvestre y los que lo hagan deben ser condenados a la cárcel”.
Sin embargo, a una minoría de chinos todavía le gusta comer animales salvajes con la creencia de que es saludable, lo que crea la demanda que sustenta mercados como el de Wuhan y un próspero negocio de ventas por internet, en su mayoría ilegal.
Otro usuario que se hacía llamar Onlooker Pharaoh dijo en la plataforma de noticias china Hupu que el riesgo vale la pena: “Renunciar a que se pueda comer la vida silvestre es como dejar de comer porque podrías ahogarse”.
Apoyo oficial
La cría y comercio de animales salvajes en China cuenta con el apoyo del gobierno y es una fuente de ganancias para muchas personas.
Tras el brote del SARS, la Administración Nacional Forestal y de Pastos (NFGA, por sus siglas en inglés) endureció su supervisión, autorizando la cría y venta legal de 54 animales como civetas, tortugas y cocodrilos, así como la cría aprobada de especies en peligro de extinción como osos, tigres y pangolines para fines ambientales o de conservación.
Estas operaciones con permiso oficial producen alrededor de 20 mil millones de dólares en ingresos anuales, según un informe respaldado por el gobierno en 2016.
“La oficina forestal estatal ha sido durante mucho tiempo la principal fuerza de apoyo del uso de la vida silvestre”, dijo Peter Li, especialista en políticas de China para la Sociedad Humanitaria Internacional. “Insiste en el derecho de China a utilizar los recursos de la vida silvestre con fines de desarrollo”.
Gran parte de la crianza y venta de vida silvestre se lleva a cabo en regiones rurales o más pobres con la venia de las autoridades locales, que ven el comercio como un impulso para la economía local. Programas de televisión con apoyo estatal muestran regularmente a personas criando animales —incluidas ratas— para la venta comercial y su propio consumo.
No obstante, los activistas que buscan una prohibición describen las granjas con licencia como una tapadera para el tráfico ilegal de vida silvestre, donde los animales son criados específicamente para ser consumidos como alimento o medicina en lugar de ser liberados en la naturaleza.
“Usan las instalaciones para sus negocios ilegales”, dijo Zhou Jinfeng, jefe de la Fundación para la Conservación de la Biodiversidad y el Desarrollo Verde de China. “No hay granjas reales de pangolines en China, los permisos solo se usan para hacer cosas ilegales”.
Líneas borrosas
Productos de origen animal como la bilis de oso o las escamas de pangolín son usadas aún en la medicina tradicional, una industria que China quiere expandir como parte de su Iniciativa de Cinturón y Ruta.
Sin embargo, la distinción entre legal e ilegal es borrosa. Naciones Unidas estima que el comercio mundial ilegal de vida silvestre asciende a unos 23 mil millones de dólares anuales. China es, por mucho, el mercado más grande, según los grupos ambientalistas.
La máxima legislatura de China endurecerá las leyes sobre tráfico de vida silvestre este año, informó la agencia oficial de noticias Xinhua.
“Estamos viendo el ocaso de este negocio”, dijo Xiang Chengchuan, dueño de una tienda de vida silvestre al por mayor en la provincia oriental de Anhui. “Pocas personas comen perros ahora, pero fue popular hace 20 años”.
Xiang, que vende cajas de regalo de astas de ciervo y carne de perro, burro y pavo real a clientes bancarios adinerados y otros, dijo que ha congelado su carne mientras espera para ver si la prohibición continuará.
“Seguiré vendiendo cuando la política nos lo permita, pero ahora no tengo idea de cuánto durará la prohibición”, señaló.
COLOMBIANO ENFERMO
Un colombiano tripulante de un crucero puesto en cuarentena en Japón dio positivo por coronavirus, convirtiéndose en el primer ciudadano del país sudamericano contagiado por la enfermedad, informó ayer el Ministerio de Relaciones Exteriores. El colombiano se encuentra en el crucero Diamond Princess, declarado en cuarentena desde el pasado 5 de febrero en Yokohama.
ESPERANZA
Médicos en Shanghái están usando infusiones de plasma sanguíneo de gente que se ha recuperado del coronavirus para tratar a quienes aún luchan con la infección, lo que ha llevado a resultados preliminares alentadores, dijo ayer un profesor chino.
SE CONTAGIAN EN EL AVIÓN
Más de 300 pasajeros estadounidenses de un crucero fueron trasladados a su país en un avión de la Fuerza Aérea tras pasar dos semanas en cuarentena frente a Japón. Sin embargo, durante el vuelo se detectaron 14 infectados con coronavirus que se mantuvieron aislados. El crucero Diamond Princess es el grupo más grande de casos de coronavirus fuera de China, poniendo a prueba la capacidad del resto de los países para contener un brote que ha provocado la muerte de mil 770 personas en China y cinco en otros lugares. El número total de casos de coronavirus asciende a 70 mil 548.