Aprender de manera horizontal, compartiendo computadoras, mesas de trabajo y pizarrones en los que se pueda intervenir y cuestionar, es posible en el aula del futuro, un proyecto de la UNAM en donde la tecnología es un instrumento de la educación.
En esta aula la tecnología no “viste” al salón de clases de modernidad y herramientas atractivas para los alumnos, va más allá: ensaya nuevas formas de enseñar y aprender, basadas en espacios colaborativos. Usa dispositivos electrónicos (tabletas, computadoras, pizarrones electrónicos y muros colaborativos) como una forma de compartir el conocimiento.
“Se llama aula del futuro porque se trata de imaginar nuevas maneras de hacer la enseñanza-aprendizaje, y en esos ambientes cómo se vería la tecnología”, resume Fernando Gamboa Rodríguez, investigador del Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico de la UNAM y coordinador del proyecto.
Sin espacios rígidos ni alineados, el aula del futuro es esencialmente flexible. Funciona entre iguales, así que tiene mesas modulares que se separan o se unen en una más grande (redonda o cuadrada) y tienen una superficie interactiva, en donde los alumnos y el maestro pueden compartir ejercicios y experiencias, y no sólo trabajar en su computadora personal.
También tiene un muro colaborativo, que sustituye al pizarrón y al que se puede acceder desde el asiento del alumno. “Se trata de ser flexibles, de cuestionar y colaborar, de poner la tecnología al servicio de la educación”, concluye.
Laura Cordero