TEHERÁN, Irán (AP) — Antes de poder ver qué es tendencia en Twitter y YouTube, Nazilla Akbari revisa una serie de iconos en su celular buscando la fórmula ideal de esquivar a los censores estatales.
Es un juego del gato y el ratón que se ha convertido en una segunda realidad en Irán, donde el gobierno, controlado por clérigos, restringe el acceso a populares redes sociales, y donde las sanciones impuestas por Estados Unidos crean otras barreras.
“Cada día intento durante unos 40 minutos conectarme a un internet sin censura”, explicó Akbari, una desarrolladora de software de 30 años, a The Associated Press. “Incluso después de hacerlo, la conexión es tan lenta que me cuesta incluso ver un video corto”.
Las autoridades iraníes han tratado de limitar la influencia cultural de Occidente desde la Revolución Islámica de 1979. Empezaron a bloquear cibersitios populares como Twitter, Facebook y YouTube cuando los activistas los utilizaron para organizar protestas masivas y para documentar la represión tras unos polémicos comicios en 2009.
Pero esto no ha impedido que los iraníes accedan a estas aplicaciones a través de redes privadas virtuales, o VPNs, y otros servicios. Tampoco evitó que una serie de altos cargos iraníes las utilicen para difundir la línea oficial. El ministro de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, suele tuitear en inglés y las cuentas del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, y del presidente, Hasán Ruhani, que se cree que están gestionadas por sus respectivas oficinas, publican de forma regular en su nombre.
El propio Jamenei ha instado a la juventud iraní a “utilizar el ciberespacio de forma inteligente para abofetear al enemigo”, y en Twitter e Instagram proliferan las cuentas progubernamentales.
Ruhani, un moderado dentro de la clase dirigente eclesiástica de Irán, se comprometió a ampliar la libertad en internet cuando salió elegido en 2013, pero no ha cumplido su promesa, en parte porque la justicia y las fuerzas de seguridad están controladas por conservadores. En 2018, las autoridades bloquearon Telegram, una app que usaban decenas de millones de iraníes para enviar mensajes encriptados, luego de que se utilizó para organizar protestas contra las dificultades económicas.
YouTube también está en su mayoría fuera del alcance de los internautas, y ver y descargar sus videos es complicado incluso empleando soluciones alternativas.
“YouTube es como una universidad online, pero está bloqueado”, apuntó Akbari.
Los conservadores temen que un acceso total a internet pueda permitir a los países occidentales penetran en la República Islámica y fomentar el malestar hacia los clérigos gobernantes.
“El ciberespacio está controlado por extranjeros”, señaló el ayatolá Mohammad Ali Movahhedi Kermani, un religioso conservador que dirige los rezos de los viernes en Teherán. “Ellos quieren hacer que la gente sea pesimista sobre el gobierno”.
Las autoridades han desarrollado su propio sistema cerrado, llamado “red nacional de información”, que bloquea muchos cibersitios extranjeros y ralentiza el acceso a otros. Algunos se refieren a él como la “red halal”, aplicando el término empleado para lo que está permitido por el islam. Según los gobernantes, está diseñado para proteger al país de los ciberataques y de las sanciones de Estados Unidos.
Irán está desarrollando además sus propios servicios de mensajería, banca online y entretenimiento dentro de un importante esfuerzo hacia la autosuficiencia por las sanciones occidentales.