Fue el pasado viernes, 29 de mayo. De forma totalmente inesperada, el Sol lanzó una fuerte llamarada, la más potente que se registra desde octubre de 2017. A pesar de que se produjo justo encima de un grupo de manchas solares que aún no son visibles (la rotación del Sol pronto permitirá verlas en su lado izquierdo), la sonda SDO (Solar Dynamics Observatory) sí que pudo observar los “fuegos artificiales” que estaban teniendo lugar justo encima de ellas.
La llamarada, de clase M, fue demasiado débil como para provocar una alerta del Centro de Predicción del Clima Espacial de la NOAA, la agencia climática de Estados Unidos. Pero tras varios meses sin apenas manchas solares y una actividad prácticamente nula, los expertos vigilan de cerca el fenómeno para ver si esas manchas crecen y marcan el comienzo de un nuevo ciclo de once años.
Las erupciones solares son explosiones de radiación que se originan, precisamente, en las manchas solares, zonas temporalmente oscuras y relativamente frías en la superficie solar que cuentan con campos magnéticos muy fuertes. Los científicos clasifican los destellos fuertes en tres categorías: C, M y X. Cada clase es 10 veces más poderosa que la que está debajo. Las llamaradas M, pues, son 10 veces más fuertes que las C, pero 10 veces más débiles que los eventos de clase X.
Cambio de ciclo
La llamarada en cuestión, pues, es de intensidad media, y además no fue emitida en dirección a la Tierra, por lo que no tendrá efecto alguno sobre nuestro planeta. Pero el súbito estallido podría ser la señal de que el Sol está pasando a una fase más activa de su ciclo de actividad de 11 años. Si ese fuera el caso, el ciclo actual, el número 24 (que es la cantidad de ciclos solares estudiados hasta ahora por la ciencia) podría haber llegado a su fin.
Aunque podría también no ser así. De hecho, se necesitarán aún algunos meses de observación para saberlo con certeza.
Sabemos que el Sol pasa continuamente por periodos alternos de calma y actividad en ciclos que se repiten cada 11 años. A medida que su actividad aumenta o disminuye, también aumenta y disminuye el número de manchas oscuras sobre su superficie. Por eso, los meteorólogos espaciales buscan y cuentan continuamente el número de manchas solares, lo que les permite establecer en qué punto del su ciclo se encuentra el Sol en cada momento.
Este nuevo grupo de manchas solares, pues, podría estar marcando el final del ciclo 24 y el comienzo del 25. Pero para estar seguros de que el Sol ha pasado ya por su momento de mínima actividad y se dispone a empezar un ciclo nuevo se necesitan, por lo menos, seis meses de observaciones y recuento de manchas.
En parte, esto se debe a que nuestra estrella es extremadamente variable, y el hecho de que el número de manchas aumente o disminuya en un mes determinado no significa que la tendencia se vaya a mantener también en el mes siguiente. Por lo tanto, se necesitan datos a más largo plazo para hacerse una idea de en qué punto de actividad se encuentra el Sol. Con los datos actuales en la mano, lo único que puede decirse con seguridad es que durante el mes de mayo ha habido más manchas que durante los meses anteriores. Falta por saber si esa tendencia se mantendrá o si, por el contrario, volverá a reinar la calma, señal de que aún estaríamos en el ciclo 24.