Periodismo imprescindible Sábado 23 de Noviembre 2024

Feliz Año Nuevo… ¡sustentable!

Todo es abundancia en estas fiestas; se derrocha amor y felicidad… y también se despilfarra comida, regalos, fuegos artificiales, energía. La realidad es que celebrar contamina, y no es que sea Grinch, es que cuidar el planeta también es un acto de amor
30 de Diciembre 2018
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No había pasado Halloween y ya se anunciaba la Navidad con todo el derroche de consumo innecesario que acompaña estas fechas; en diciembre todo lo gastamos bajo el pretexto de la Navidad y el Año Nuevo. La armonía y el bienestar de estas épocas se apoyan en un modelo ambiental insostenible.

Estados Unidos es el país que consume más productos navideños –si su modelo de consumo se extendiera por todo el mundo, necesitaríamos tres planetas con sus fuentes energéticas y materias primas para atender la demanda–. México no se queda lejos de los hábitos de consumo de su vecino del norte, hemos adoptado y adaptado nuestras tradiciones con el fin de asumirnos consumistas y, por lo tanto, irresponsables con nuestro planeta ya que diciembre y enero son los meses en que más se genera basura.

¿Cómo podemos desear amor y paz si no procuramos unas fiestas ecológicas? Dedícale una uva al propósito de cuidar al planeta y toma acción, procura alternativas más sustentables en estas fechas.

Planta un árbol… el que desplantaste. Los abetos y otras pináceas son importantes en toda Navidad, por ello la vida de estos árboles se reduce a vivir feliz en el monte o vivero, usarse poco más de un mes y terminar en la basura. Alrededor de dos millones de pinos se talan cada año en México para que podamos ponerles luces y esferas. Resulta sorprendente que en este caso el árbol de plástico parece más amigable con el medio ambiente, pero no es así. Te propongo una opción: lleva el árbol de Navidad a casa en maceta. Así una vez que terminen las fiestas puede ser plantado nuevamente.

Los musgos que se utilizan en los nacimientos, el muérdago y el material para las coronas navideñas suponen también enormes impactos ambientales debido a que son recolectados, en su mayoría, de forma insostenible.

Y ya que tendremos un árbol feliz, ¿qué te parece adornarlo con materiales reciclados?

Pura buena energía en esta época. Durante diciembre y enero se incrementa el consumo de energía eléctrica. Estás inocentes lucecitas aumentan las emisiones de dióxido de carbono y contribuyen a producir gases de efecto invernadero. En temporada navideña suben en promedio 30 % los recibos de luz de los hogares mexicanos. Es importante apagar las luces y los aparatos que no utilicemos, ya que es un gasto energético innecesario.

Regalos con sentido. Es imprescindible reducir el consumo, y para ello te sugiero que contestes la siguiente pregunta antes de comprar un regalo: ¿realmente es necesario? Un regalo es un compromiso impuesto o surge de la necesidad de demostrar cariño o atención a alguien. Si es por compromiso, puedes regalar fruta de temporada, una planta o algo que también le siembre a la persona una ideología ambiental. Y si el regalo es para alguien especial, hay muchas maneras de demostrar amor: regala una experiencia, un postre, un poema, un paseo; regala tiempo.

De acuerdo, estás decidido o decidida a regalar algo. Bien, antes de comprarlo, averigua si su proceso de fabricación o uso perjudica el medio ambiente. Intenta comprar regalos que no requieran energía, y si la necesita, encuentra la opción recargable; evita usar pilas ya que  contienen químicos muy contaminantes.

Y hablando de aparatos eléctricos: sé que parecen un buen obsequio,  pero pregúntate que tan imprescindibles son (¿para exprimir naranjas, abrir una lata o cepillarse los dientes de verdad hace falta un aparato eléctrico?). Intenta encontrar ese mismo regalo en una versión sostenible; lo producido localmente y de manera artesanal es la mejor opción.

En la búsqueda de tus regalos utiliza tu coche lo menos posible. Ve caminando a la plaza que te quede más cerca, así no contaminas y evitas la tentación de llenar la cajuela con artículos innecesarios; y lleva contigo una bolsa de tela para cargar tus compras (las que sí necesitas).

Sin moño y sin bolsita. Entre la bolsita en el súper, la envoltura del producto, los múltiples cartones dentro del empaque, los plásticos protectores, el moñito, los excesos, las botellas, las etiquetas, etcétera, en estas épocas generamos 25 % más residuos en la Ciudad de México. Cada que compres algo es importante que observes bien cuántos residuos genera.

Insisto: el tiempo es un regalo valioso. Siéntate con los más pequeños de la fiesta y hagan un ejercicio de imaginación; alguna de las cajas de regalo puede ser una excelente nave espacial; y muchas de las que tiramos a la basura se pueden adaptar para crear un regalo más.

Los niños y las niñas no entienden de medio ambiente, sólo quieren su regalo. ¿Realmente no entienden? Es claro que todos somos víctimas del bombardeo publicitario y los más pequeños son los más vulnerables. En estas fechas se vende el 75 % de los juguetes de todo el año.

No caigas en la dictadura publicitaria ni en la presión de las cartitas a Santa Claus y los Reyes Magos, encuentra alternativas de consumo más justas social y ambientalmente, y aprovecha la oportunidad de enseñar a los niños y niñas de tu alrededor un par de lecciones al comprar juguetes de artesanía local y buscar productos no embalados (y que no usen pilas).

Asegurarte de que los productos que regalas no fomentan ideas agresivas, bélicas o sexistas. Al comprar un juguete pregúntate de qué manera estimula la creatividad del niño o niña que lo recibirá y si estás pagando el producto o su publicidad.

Diciembre y enero = comida. Comer rico es de lo que más se disfruta en estas épocas, no hay dieta que se resista a una cena navideña. Al cocinar podemos aplicar muchos preceptos ecologistas y sustentables.

Evita las latas y todos los alimentos envasados; además de no contaminar, es una opción muy saludable. Si por falta de tiempo necesitas comprar comida envasada, escoge los tarros de vidrio, que además luego puedes reutilizar. Ya hay muchos productos con envases retornables o reutilizables, busca esa opción.

Consumir productos de temporada es también una decisión ecológica, como lo es encontrar proveedores locales. Compra en el mercado que quede cerca de tu casa, generalmente hay productos frescos, y aunque a veces no se vean como de comercial, en su mayoría no han pasado por procesos contaminantes.

Los desechables desechados. Compramos desechables y así evitamos lavar platos al otro día… Va, pero también provocamos que esos desechables lleguen al mar o que formen parte de un montón de residuos que tardan 200 años en desintegrarse. Por favor, no consideres esta opción.

Si de plano para ti no es opción lavar platos en vacaciones, entonces tienes el privilegio de tener vacaciones y por ello un trabajo, invierte  en platos de cartón, papel o algún material orgánico; si bien son más caros que el unicel, tu planeta lo vale.

Beben y beben y vuelven a beber. Debido al derroche de alcohol, ponche y aguas de frutas, las personas suelen visitar con más frecuencia el baño. Con el propósito de cuidar este recurso en estos días de muchas visitas en casa, coloca dispositivos de ahorro en los grifos, mete botellas llenas de agua en los contenedores del inodoro de modo que al tirar la cadena el volumen de agua que salga sea menor.

Ah, y utiliza una hielera con el objetivo de que los hielos no se derritan y se desperdicien.

Se acabó la fiesta, ¿que qué? Te levantas y confiamos en que estás por tirar tus platos de cartón o bien lavar la vajilla de la abuela; y ya en modo persona nueva en pro del planeta revisarás que los productos de limpieza que utilizarás no contengan amoníaco o lejía –aparte de que producen residuos tóxicos son perjudiciales para la salud–. El jabón, el vinagre y el limón son alternativas eficaces y ecológicas a la hora de limpiar; aunque también poner el traste con agua a hervir con un chorrito de jabón evitará que rayes tus más preciados sartenes y ollas.

Ya que estas limpiando, puedes guardar las envolturas de los regalos que recibiste, funcionan para otras ocasiones; incluso para los regalos que sabes que no utilizarás y que pueden ser de utilidad para alguien más.

La bonita tradición del recalentado. En estas fechas desechan hasta un 40% de los alimentos producidos debido a que los descartan por exigencias estéticas del mercado, a asuntos de fallos en la distribución al manejar cantidades tan enormes o al exceso de preparación. Es por esto que el recalentado es una opción sustentable, ya que se trata de consumir todo lo preparado.

Los cielos  llenos de color… Qué gran espectáculo son los fuegos artificiales, aunque a los pocos segundos dejen sólo el rastro en el olfato de esa mezcla de nitratos, sulfatos y percloratos en fórmulas de sodio, cobre, estroncio, litio, antimonio, magnesio y aluminio; ah, y los isótopos radiactivos que surgen después de una explosión en verde. Todo eso se mezcla con las fogatas, asadores, quema de basura y demás emisiones propias de las fiestas de fin de año y logran un ambiente nocivo para todos los seres vivos. El ruido de los estallidos perturba los ecosistemas y todo el conjunto en general daña el medio ambiente. La recomendación es que evites estas actividades.

Hogar, dulce hogar. El hogar es donde está la familia, y a veces la familia está lejos, así que toca sumarle a nuestra huella de carbono los traslados, pues en estas fechas se utilizan más los vehículos particulares. Y si nuestra familia vive muy lejos, tomar un avión implica producir indirectamente de 1 a 3 toneladas de dióxido de carbono por persona y por viaje.

Lo recomendable en estas situaciones es reunirse en donde se encuentre la mayoría para evitar el traslado de muchos.

Dedícale una uva al medio ambiente. Es un asunto muy complicado no contaminar, pero son estas y muchas otras pequeñas acciones las que pueden detonar el cambio. Si parte de tus propósitos de año nuevo implica ser una persona más consciente con el medio ambiente, intenta seguir algunos de estos consejos y que no terminen con la euforia de las fiestas. Todo el año podemos escribirle a la madre tierra con el fin de que nos llene de abundancia siempre y podamos entonar un sustentable y coherente ¡Feliz Año Nuevo!

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